Justin Trudeau (50) está obsesionado con asegurar que las protestas en Canadá amenazan la democracia.
En realidad lo que no desea este político militante de cuanta perversión hay dando vueltas por su mundo progre es que nadie contradiga sus caprichos, no importa de qué se trate.
El lunes 14 de FebreroTrudeau dispuso utilizar la Ley de Emergencia (promulgada en 1988) para impedir cualquier manifestación contraria al gobierno, para imponer requisas, multas y hasta prisión por asistir o apoyar de cualquier modo a los manifestantes. El gobierno se adjudica de este modo el derecho a confiscar cualquier cuenta bancaria que se asuma que sirve de apoyo a los opositores.
Aquellos que se atrevan a concurrir con menores de 18 años a las manifestaciones serán pasibles de hasta 5 años de cárcel. Y es un crimen viajar a Canadá (en especial a Otawa) para apoyar a los opositores.
Aunque los medios sólo han presentando las protestas como centradas en el pase sanitario, el rechazo de la sociedad canadiense es mucho más amplio: miles de familias se han expresado contra el adoctrinamiento de género, las políticas LGTB, el aborto y las drogas, temas que Trudeau sostiene centralmente. Este activo participante de las marchas homosexuales celebró en Junio de 2021 que el Parlamento criminalizara con hasta 5 años de cárcel cualquier tratamiento para suprimir o reducir la atracción o comportamiento sexual no heterosexual.
Las manifestaciones no han dejado de ser pacíficas y han superado cada obstáculo puesto por el tirano gobernante. El decomiso de millones de donaciones, el robo de combustible y la utilización de la Ley de Emergencia, no han frenado a los ciudadanos canadienses que reclaman un gobierno que sepa escuchar y contemple las voces disidentes.