Mientras las autoridades de la gobernación de la provincia de Buenos Aires se ocuparon de publicar en sus redes sociales en Enero algunos consejos para consumir drogas "saludablemente" para "disfrutar como te gusta", un episodio que provocó la rápida muerte de 23 personas en el Partido de 3 de Febrero (hasta las 16:00 del jueves 3), provocó que los medios de comunicación mal llamados nacionales se ocupen del tema del narcotráfico.
La televisión nos ofreció ya cronistas caminando por los estrechos pasillos de villas, periodistas rodeando a familiares de los adictos muertos o internados, entrevistas a políticos y toxicólogos, como reacciones mediáticas ante un episodio que, como suele pasar, quedará en el olvido muy rápidamente.
La ciudad de Rosario, en Santa Fe, vive desde hace muchos años un grado de violencia mortal en torno del narcotráfico que no ha parado de crecer. Y no se trata de muertos por sobredosis sino a balazos.
En 2021 fue asesinada 1 persona cada 36 horas lo que lleva la estadística a 241 muertos en hechos asociados al tráfico de drogas. Y en lo que va del 2021 ya son 21 personas las que fallecieron por idénticos motivos.
Y aunque se trata de una verdadera masacre no se traduce más que en un comentario al pasar en los poderosos y adinerados medios porteños con pretensión de "nacionales". Es posible que los gerentes de noticias piensen que a los televidentes y oyentes de su zona primaria de servicios no es importante mostrarles cómo el narcotráfico daña y corrompe a miembros de la justicia, de las fuerzas de seguridad y, principalmente, a funcionarios políticos.
El Estado Nacional, por su parte, hace muchos años que carece de un plan de trabajo contra el consumo de drogas y el narcotráfico. Más bien todo lo contrario.
Valga recordar que circula desde 2007 (cuando gobernaba Néstor Kirchner y Alberto Fernández era Jefe de Gabinete) una revista dedicada a promover el cultivo y consumo de marihuana, que no son pocos los políticos de distintos partidos que se han expresado sospechosamente “sensibles” a los consumidores de drogas y que apoyarían la legalización de ciertas drogas, y que hace sólo unas horas un tal Sergio Berni dijo con certeza la cantidad de dosis de cocaína que se vende en Buenos Aires.
No ver que mientras el consumo de drogas avanza también crece la corrupción, los delitos conexos, la destrucción social, la marginalidad, los incidentes de tránsito, la violencia, no puede ser sólo incapacidad.
Ante la brutal decadencia social y la pérdida de valores, además de la pobreza, la tentación de consumo, venta o complicidad en torno a las drogas es demasiado cercana.
Mientras la clase política piensa todo el tiempo en candidaturas, alianzas, gestos políticos y elecciones, mientras goza de las prebendas de sueldos y jubilaciones escandalosamente altos, la ciudadanía sigue expuesta a la delincuencia, la destrucción de la economía, la corrupción, los ataques a la integridad física de los más indefensos, la expulsión del país de los jóvenes (y no tan jóvenes) y un horizonte de eternas y falsas promesas de compromiso con el país.