Hace muchas décadas que, en la Argentina y en especial en Buenos Aires y el conurbano, todos vemos cómo las reglas más elementales de la convivencia se presentan como una molestia, un escollo, algo a transgredir.
Derechos de paso entre vehículos, lugares de estacionamiento, horarios de sacar la basura, formas de deshacerse de la poda, uso del celular en el banco, respeto a los semáforos, venta de bebidas a menores, uso del cinturón de seguridad, recolección de las deposiciones de los perros, arrojo de basura en la calle, prioridad de asientos en medios de transporte, velocidades máximas, uso del casco en motos y bicicletas, ubicación de los menores en asientos traseros de autos, etc.
La lista de transgresiones cotidianas es grande, compleja y arraigada al punto que algunos podrán asegurar que no son tales...
¿POR QUÉ EXTRAÑA TANTO QUE HAYA PERSONAS QUE DESOIGAN LAS MEDIDAS Y RECOMENDACIONES EN TORNO AL CORONAVIRUS COVID-19?
Muchos reclaman que el Estado controle, detecte y penalice severamente la violación de la cuarentena general. Y tienen razón, muchas cosas se terminan entendiendo cuando se aplica severidad.
Y, al mismo tiempo, es el Gobierno el que nos muestra muchas veces cómo traiciona el marco jurídico que le antecede y hasta sus propias disposiciones.
El Poder Ejecutivo, circunstancialmente en manos de la alianza justicialista, está atendiendo consensuadamente con los gobiernos provinciales, la situación de emergencia sanitaria y está muy bien que lo haga. Ojalá continúe, cuando todo esto pase, con su desesperado interés en evitar muertes de ciudadanos.
Entre otras cosas, si así ocurre:
Habrá exigentes controles a la venta y consumo de alcohol y drogas, a las velocidades máximas y maniobras de alto riesgo, para que no mueran cerca de 20 personas por día en incidentes de tránsito
Habrá recursos para que se instalen mamógrafos suficientes y se realicen campañas de información, para evitar las 120 muertes semanales de mujeres por cáncer de mama,
Se controlará y penalizará a los geriátricos e instituciones de salud que no cuiden como es debido a los ancianos que allí llegan, para que algunos dejen de ser la antesala del cementerio y otros no los enfermen más,
Se desecharán los planes de imponer el aborto legal (que sin ley que lo ampare ya eliminó más de 7.000 argentinos en 2019 en ámbitos públicos de la ciudad de Buenos Aires).
Como sea, todos deberíamos arribar a la comprensión de que, como sociedad, las reglas básicas de comportamiento deben ser cumplidas aunque NADIE observe o multe.
Hemos escuchado cientos de veces que en otros países la gente es respetuosa de las señales de tránsito, de las prioridades de paso, de los carteles de "Stop" donde los automovilistas detienen completamente sus autos (no sólo aminoran la marcha), de vehículos que en una ruta en el campo paran para dejar cruzar a un peatón solitario, y cosas por el estilo.
¿Cómo se llega a vivir así, con un orden comprendido y vivido con naturalidad donde la gente lo respeta porque saber qué es lo que corresponde, además de saber que si lo viola será penalizado?
Se llega a eso viviendo coherentemente, sin importar demasiado qué hace "el otro" en cuanto a las reglas. Cumpliéndolas y viviéndolas junto a que los niños y con los adultos que llevamos en el auto, con los que cruzamos las calles, con los que compartimos la sociedad todos los días.
Habrá gente, incluso dentro de la propia familia o en el barrio, que no se comportará del modo conveniente y hasta se burlará de nuestra forma de proceder, pero no debe importar. Cuando corresponda, de la forma más constructiva, habrá que ver de señalar el error buscando sumarla al grupo de los que queremos hacer una sociedad mejor.
Y como el deterioro de la sana convivencia viene registrándose desde hace décadas, también se demorará décadas en restaurarla.
Cada uno sabrá qué tiene que hacer en su trabajo, en la calle, en el colegio y en una salida de amigos o en un fin de semana distendido para cambiar las acciones que no hacen bien.
Una madre no estacionará en el lugar prohibido al buscar a su hijo a la salida del colegio, un comerciante podrá no vender alcohol a menores, un conductor de auto, moto o bicicleta anticipará sus maniobras, manejará a la velocidad que corresponda, usará y hará usar las medidas de seguridad, un vecino comenzará a usar bolsitas para recolectar las deposiciones de su perro, otro embolsará la poda, un joven se guardará el envoltorio de la golosina que consumió hasta encontrar un cesto,…
Se puede hacer. Hay que empezar con uno mismo, en ser empecinadamente exigente y hacer lo que corresponde sin andar declamando lo bueno que uno es. Que te vean más de lo que te escuchen.
Y algunas veces, cuando haga falta, que también te escuchen.