Este miércoles 8 de Marzo hubo un "paro internacional de mujeres", iniciativa que el feminismo emprende con el argumento de reclamar por derechos que les son negados.
Como es sabido el fanatismo sólo ve su ombligo y no considera otra realidad que la que ve, o la que cree ver.
De ahí que sostenga que el mundo está patas para arriba porque el hombre así lo permite y organiza, que deliberadamente el hombre sueña cómo hacer peor la vida de las mujeres, que muchas áreas de la realidad deben tener más mujeres para ser realmente "justas", que la tarea de gobernar un hogar y educar a los hijos son algo "menor" y que "las posterga", por sólo mencionar algunas consignas.
La intolerancia de las más radicales feministas es evidente en cada marcha o concentración, demostrando que sólo “su” punto de vista y “sus” formas son las válidas, que si quieren exhibirse está bien... pero si alguien las quiere ver está mal, como sucedió recientemente en la grotesca juntada de semidesnudas junto al obelisco porteño.
Reclama el feminismo ¿organizado? que nadie impida a una mujer masacrar a su hijo en gestación cuando a ella se le plazca. Eso gritan y proclaman con pintadas en carteles y en su cuerpo con el apoyo activo de organizaciones abortistas como Amnesty Internacional o la O.N.U. Esos "derechos" exigen con la connivencia de cierta clase política local e internacional que es capaz de cualquier aberración a cambio unos votos más.
Porque, digámoslo, buscar una sociedad más justa, que permita equiparar ingresos entre hombres y mujeres que realizan la misma tarea y con la misma carga horaria, es perfectamente correcto; reclamar que la justicia sea contundente con aquellos que comprobadamente las agreden de cien formas para que no lo vuelvan a hacer, es más que oportuno y necesario; manifestar por leyes claras y su adecuada puesta en práctica para que las mujeres dejen de morir por la pobreza y marginación en la que viven (principal causa de muerte en nuestro país), es realmente urgente.
Pero no es digno reclamar más espacios de trabajo solamente cuando lo ideal (y que la mayoría quisiera) es poder ser, o volver a ser, quien gobierne un hogar, quien cuide como nadie a sus hijos, quien administre como siempre lo hicieron las mujeres, mientras los hombres logran el sustento. Y que si desean trabajar puedan hacerlo sin que nadie se los impida.
Las agrupaciones feministas no tienen posiciones uniformes. Algunas son virulentamente "anti-hombres" y otras no lo son tanto, aunque sí les parece bárbaro que haya "hombres feministas", un engendro sin demasiado sentido que se manifestó con individuos con corpiños en más de una ocasión...
Del mismo modo que no hay "machismo" bueno, tampoco es serio considerar que haya un "feminismo" bueno. Ambos son extremos aunque con bemoles. El "machismo" es asociado por la lógica feminista como una expresión de la violencia, del desprecio, de la injusticia. “El hombre es naturalmente violento”, se ha escuchado decir confundiendo las naturales condiciones de fortaleza física de los varones con la violencia.
Un exceso sin dudas ya que la violencia, el desprecio o la injusticia no son "características" masculinas, sino parte de lo que puede "lucir" un ser humano de cualquier sexo.
La contrapartida -el "feminismo"- no puede ser considerado bueno sin análisis alguno. ¿Por qué debería serlo? ¿Porque es una creación de las mujeres y no de los hombres? En la búsqueda de un mundo más justo hace falta pensar, evaluar y llegar a un equilibrio en conjunto.
Sin sentido común fue que se impuso ese capricho autolimitante llamado “Paridad de Género” para espacios legislativos. Lo que festejan como un logro no es más que un cepo. Es como alegrarse por haberse martillado tres dedos en lugar de cuatro…
Fue el feminismo, por ejemplo, el que destruyendo toda lógica jurídica empujó para que los Estados aprobaran una legislación injusta como el "femicidio". Considerar que SIN IGUALDAD ANTE LA LEY es posible construir algo bueno es, francamente, siniestro.
¿Cómo podría estar bien que asesinar a un anciano puede ser menos malo que matar a una mujer?
Vociferar que el trabajo del cuidado de la casa y de los hijos se realice con mayor colaboración por parte del hombre es, en muchos casos, pedir lo que ya sucede.
Muchísimos matrimonios trabajan codo a codo en los quehaceres domésticos, se ocupan de las compras, de decidir qué hacer con las comidas, de los chicos y cualquier situación corriente del hogar. Porque de eso se trata una familia naturalmente. El planteo de situación de un hombre que no se interesa en lavar un plato o en barrer o en bañar a los hijos es, inicialmente, fuera de tiempo.
Miles de hombres y mujeres emprenden hogares y están juntos respetándose, apoyándose, cuidándose, sin hacer la guerra de los sexos, entendiendo las diferencias que establece la sabia naturaleza pero complementándose y, sobre todo, enriqueciéndose mutuamente.
Miles, o tal vez millones, de mujeres desearían no verse obligadas a trabajar para sostener un hogar junto a sus maridos. Desearían cambiar las muchas horas de viaje y trabajo fuera de la casa por estar junto a sus hijos que se ven obligados a contar con doble escolaridad o apoyo escolar o a estar al cuidado de vecinos o familiares. Nadie mejor que su madre podría hacer cosas buenas por ellos si no tuviera que agotar sus energías buscando mejorar el escaso ingreso de sus maridos. O ganándose como sea el único ingreso de una casa sin hombres.
¿Acaso la mujer no puede trabajar fuera de la casa? Por supuesto que si, pero no debe estar obligada a abandonar o recortar el fundamental rol de madre que no sólo construye un hogar sino un país.
Las mejores cosas se aprenden en casa de la mano de mamá. Ella es quien moldea hombres íntegros, ella sabe contener, sabe entregar todas las fuerzas por una buena causa, ella sabe mirar hacia adelante cuando todo se derrumba.
El feminismo no tiene que ver con la mujer, sólo la usa para sus fines. Como expresión del fanatismo busca la guerra, la división, la pelea aún sin razón. Sólo admite socios o, si es necesario, cómplices.
Es verdad que hay pocos padres en las reuniones del colegio, pero también es cierto que muchas veces tampoco hay madres... hay abuelos. Los mismos que se ocupan de atender a los chicos todos los días, mientras que sus progenitores están entregados a un sistema que los absorbe sin darles ni respiro ni todo lo necesario.
Un paro que quita
En muchos lugares las mujeres querrán adherirse al paro suponiendo que los reclamos feministas son justos, pero no podrán. Difícilmente haya mucho personal del mundo de la salud, por ejemplo, que elija dejar de lado su vocación de servicio para unirse al rebaño, aunque tengan reclamos por más sueldo.
Por supuesto que habrá mujeres, y hombres, que aprovecharán la convocatoria para unirse a los militantes políticos (que no faltarán) para no trabajar y lograr algún espacio en las noticias del día que estará signado por calles bloqueadas en varios países donde sus respectivos activistas harán lo suyo. Porque, valga aclararlo, no serán "países" o "ciudades" lo que adherirán a la iniciativa, sino grupos de feministas en distintos lugares (parece lo mismo, pero no lo es).
Como ha ocurrido en ocasiones anteriores de encuentros feministas aparecerán pañuelos verdes de la campaña por el aborto, habida cuenta de que es frecuente hallar justificación del asesinato intrauterino como una expresión del "empoderamiento" de la mujer que "decide sobre su cuerpo", aunque eso implique una brutalidad.
Para las activistas del feminismo y de la ideología de género todo exceso, abuso o injusticia es fruto del accionar de los hombres. O de la "violencia machista", para ser precisos.
"Vamos a parar y marchar para reclamar por el fin de la violencia machista. Para exigir que se mire el trabajo en clave feminista, esto es entender que las tareas de cuidado y reproductivas también son trabajo y tienen que ser tenidas en cuenta como una cuestión social y no como un peso en las espaldas de las mujeres. Nos manifestamos para que se revise por qué las mujeres tenemos los trabajos más precarizados. También estamos demandando por el aborto legal, seguro y gratuito, por los derechos LGTBI y por la ley de cupo laboral para las personas trans, entre otras tantas reivindicaciones", dijo Marta Dillon, de Ni Una Menos, uno de los colectivos convocantes.
Para la "lógica" de género la familia es un "invento", un capricho machista, patriarcal, que debe ser reformulado ya que el matrimonio es "opresivo" lo mismo que la maternidad. Todo está diseñado para oprimir, para sojuzgar, para coartar las libertades de la mujer.
Y aunque, según sostienen, no se nace hombre o mujer sino que se "construye" un género, los hombres "son el problema" porque todas las desigualdades, la violencia y las injusticias son causadas por ellos.
Según la cuestionable ideología de género la violencia es unidireccional: sólo es violencia la que ejerce un hombre a una mujer (o a alguien que lo parece).
Para las activistas del feminismo, el "machismo" es el origen de todos los males y eso establece, por un lado, que debe ser rechazado por representar a los hombres y, por otro, porque las mujeres son moralmente "superiores".