La dura situación vivida por una mujer en un comercio de Boulogne provocó en miles de nuestros lectores saludables reacciones de rechazo hacia el maltrato. Una buena noticia evidentemente es ver la cantidad de gente que salió a solidarizarse con alguien por ser víctima de una incomprensible agresión.
Pero parece que nos falta mucho aún para poder separar la falta de quien la comete. Nos vimos obligados, como en otras ocasiones, a eliminar comentarios con insultos y agresiones realmente violentas porque trabajamos por el rechazo a las malas acciones, no a las personas.
Escritos surgidos por la indignación que provocó el desprecio a Cristina Block llevaban impregnado un ánimo xenófobo que ubicaba al defensor casi en el mismo lugar del atacante. No es algo que ocurra acá, en Boulogne, en San Isidro, en Buenos Aires o la Argentina. Cosas similares hemos visto que suceden en distintas partes del mundo.
Los medios de comunicación nacionales no impiden que sus lectores agredan y propongan "soluciones" violentas y extremas. Se leen a diario comentarios con un grado de agresión superlativo, casi digno de un desquiciado, que Clarín, La Nación o algún otro, permiten estimulando un "microclima" de violencia que en nada ayuda.
Del mismo modo en que cualquiera de nosotros se pliega naturalmente a la forma de trato que gobierna un lugar al que ingresa (si todos se saludan, uno saluda; si todos se dan un beso al saludarse, uno lo hace; etc.), lo mismo sucede con aquello que se permite y aquello que se prohibe.
Sabemos en San Isidro y en Buenos Aires, cómo transgredir todas las reglas de tránsito. Pero si vamos a otro país donde nadie lo hace, nos cuidamos y hacemos lo que todos hacen. Quiere decir que podemos ajustarnos a cumplir con las leyes, pero nos dejamos llevar por "el medio ambiente". En nuestro país muchos no respetan y nos "autorizan" a no respetar. Es un tema de acción individual pero donde la acción de conjunto empuja y mucho.
Todos sabemos que no se saca la basura a la calle los sábados, pero vemos siempre que muchos vecinos lo hacen igual. Sabemos qué sucede con la basura si está al alcance de gatos o perros, y qué provoca la basura cuando hay lluvia. Sabemos qué río ensucia toda la basura que arrojamos en la calle. Sin embargo, miles de personas no hacen lo que beneficia al conjunto de la población.
La condición de inmigrantes de los comerciantes que agredieron a una mujer en silla de ruedas no es lo que cuenta. No importa qué vendan, ni los precios que tengan.
Importa que cumplan las leyes, paguen sus impuestos, sean controlados, habilitados y se hagan cargo de las faltas que cometan. Igual que importa para un correntino o un porteño.
MEDIOS DEL “CORTAR Y PEGAR”
El episodio del atentado en el aeropuerto de Fort Lauderdale (Florida, EE.UU.) nuevamente fue ocasión para que los medios nos ofrezcan sus hábitos de cortar y pegar (copy-paste) al publicar sin pensar lo que les llegaba de agencias de noticias extranjeras.
"Hispano" y "latino" fueron las palabras con las que se tituló la noticia del atacante nacido en New Jersey (aunque la información decía "Nueva" Jersey) dejando en claro su nacionalidad. Su condición de hijo de portorriqueños y sus rasgos le daban al periodismo de EE.UU. y las agencias una oportunidad para mostrar de dónde venía el problema.
Del mismo modo los medios nos han dicho que un episodio determinado fue protagonizado por un "afroamericano"... ¿Cuándo dejará de ser "afroamericano" alguien que es hijo o nieto de estadounidenses? ¿Cuando luego de varias generaciones y "cruzas" le desaparezca lo negro..?
No es un hombre de X edad, es un "hombre de color". No es una mujer de X ciudad, es una "afroamericana". No es un joven de X años, es un "hispano".
Si no fueran negros, o de rasgos asiáticos o con raíces autóctonas americanas, serían mencionados como "hombre, mujer o joven", sin otro aditivo.
Si en EE.UU. tienen problemas con personas de raza negra, o de cualquier otro origen (y vaya que los tienen), es problema de ellos. Le corresponde a los medios gráficos, radiales y televisivos argentinos tener criterio propio y ser menos "esponja" de los prejuicios foráneos.
VOLVAMOS A CASA
Los comerciantes que agredieron a una mujer en silla de ruedas en un local en Boulogne merecen todo nuestro rechazo y condena. Se merecen que las autoridades pertinentes castiguen el maltrato infligido y que, si no cumplen con las normas impositivas o higiénicas, sean clausurados, multados y penalizados como esté establecido.
Las personas con alguna discapacidad o con limitaciones en su desplazamiento por edad, muchas veces la pasan mal por lugares sin acceso apropiado, por autos estacionados sobre las veredas, por veredas en mal estado, etc. Basta imaginarse que uno estuviera en esa situación para que el tema ocupe lugar central.
Pero debemos revisar íntimamente no sólo las palabras que usamos para expresar nuestro rechazo sino, principalmente, si no hay algo de xenófobo o de violencia extrema en nuestro interior para con un extranjero.
Se debe rechazar el mal, el daño, la violencia, la trampa, con firmeza, con decisión, SIEMPRE. No importa si el que hace el que comete la falta es amigo o no, si es argentino o extranjero, si es rico o pobre.
Aprender que festejar la “picardía” de una pequeña trampa en un niño puede ser un serio problema en unos años; que una “mentirita” puede transformarse en una tragedia; que “la gracia” de una mala palabra en un chico de pocos años habilita cosas que no nos gustarán, nos puede costar reconocerlo.
Pero se trata de ver cómo colaboramos con la construcción de una sociedad mejor en el futuro, mientras nos esforzamos por quitarnos nosotros mismos nuestras malas costumbres de hoy.