El desconocimiento, en términos generales, no constituye un delito ni debe ser motivo de burla o agresión. Salvo que su "ejercicio" sea presentado como una forma de legitimar el error o la ignorancia.
Un ignorante es, como la palabra lo indica, alguien que ignora (mucho o poco) sobre una materia o sobre varias.
Un ignorante del uso del idioma cae fácilmente en una valoración equivocada por el uso corriente o vulgar de recursos y formas. Es por eso que, llegado el caso, buscará dar explicaciones -burdas, por cierto- del por qué utiliza frases o palabras fuera de las normas propias del lenguaje.
Se escuchó centenares de veces decir que un adolescente es "cómo la palabra lo indica, alguien que adolece" de ciertas cosas, que sufre, que está en crisis. Una burrada suprema, aunque sea dicha con aires académicos. Adolescente y adolecer no comparten orígenes etimológicos, pero más de uno nos los quizo emparentar en notas gráficas y programas de radio y televisión.
El término adolescente viene del latín y refiere a una persona "en crecimiento", en proceso de maduración. Adolecer tiene orígen castellano y quiere decir estar enfermo o sufrir dolor. Está claro que no tienen vínculo alguno, pero cualquiera de tanto que se lo dicen (si carece de información al respecto) "compra" la explicación y la termina usando.
La llegada de los correos electrónicos nos trajo un elemento extraño que se nos hizo familiar: la arroba (@). Un símbolo que proviene del árabe y que fuera originalmente usado como unidad de medida (algo más de 10 kilos).
El significado de @ ("en") surge en 1971, cuando un programador informático de nombre Ray Tomlinson buscó un símbolo que estuviera en los teclados sin uso para separar el nombre del usuario del servidor. El símbolo "@" tiene desde ese momento ese uso universal indicando, por ejemplo, que "catalina74" es el usuario "EN" el servidor de "gmail.com".
Fácil de entender para cualquiera. Incluso para un ignorante de cuestiones de programación.
Ahora bien, como es un símbolo con un significado concreto, establecido y mundial, no tiene sentido darle el valor de una letra, ya que no lo es ni lo será.
La torpeza de escribir "compañer@s" queriendo decir en una palabra "compañeras" y "compañeros" (aún cuando es innecesario poner los dos sexos para referirse a ambos), es una demostración de ignorancia supina.
El amaneramiento de decir "queridas/os", "vecinas/os", "amigas/os" es tan ridículo que quienes así se expresan deberían completar su desatino diciendo en cada ocasión "trabajadores/as", "todos/as", "muertos/as", "niños/as" y un largo e incómodo etcétera sólo justificable en su ignorancia.
El símbolo "@" no es una letra y mucho menos dos. No es una "o" y una "a" enredadas, ni las representan.
El desubicado hábito de la ex presidente Cristina Fernández de decir "argentinos y argentinas" era tan ridículo lo es escribir "estimad@s" o "queridas/os". Algo equiparable a asegurar que una pareja puede tener 3 integrantes, que es lo mismo decir "haiga" que "haya" o que está bien celebrar el "veinticinco aniversario".
En los sustantivos que designan seres animados, el masculino gramatical no se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino para designar a TODOS LOS INDIVIDUOS DE LA ESPECIE, sin distinción de sexo.
El uso del género gramatical masculino apunta a la aplicación de la ley lingüística de la ECONOMÍA EXPRESIVA y no implica discriminación u olvido alguno.