No hay que esperar, hay que pedir.
No hay que quedarse quieto, hay que buscar
No hay que quedarse con los brazos cruzados, hay que llamar
Insistencia, constancia, creatividad, ingenio, reiteración, esfuerzo.
"La Esperanza es activa", dijo alguien hace unos años sintetizando la actitud que se debe tener frente a la vida. "Esperar" no es tener "Esperanza".
La Esperanza busca, golpea puertas, llama por teléfono, averigua, se reúne, se prepara, arma un plan, elige las palabras, busca los momentos adecuados, insiste.
"Quien espera, desespera", dice un refrán con gran acierto.
En movimiento, como cada uno pueda y siempre esforzándose un poco más, llegan los resultados. Lo demuestran los deportistas que participan de los Juegos Olímpicos que, sin ceder en el esfuerzo, entrenan diariamente sin que los veamos para que un día festejemos con ellos por sus logros. Nosotros vemos las medallas de un momento, ellos lloran de alegría por su constancia, sus apoyos, su superación en el tiempo.
No esperan las cientos de entidades intermedias más eficaces dedicadas a atender cuestiones sociales, de salud o educativas; no esperan los miles de buenos argentinos que se pusieron a ayudar a nuestros olvidados hermanos del interior del país. No esperan los buenos. Los buenos tienen Esperanza y por eso se mueven.
¿Como se vive? Así, con tezón, con insistencia, sin excusas, con honestidad, poniendo todo lo que está al alcance para que desde el Cielo llegue el milagro.
Como dijo Jesús, hace casi 2.000 años: "Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen a la puerta y les abrirán. Porque todo el que pide recibe, el que busca halla y al que llame a la puerta, se le abrirá."
Así se reza y así se vive.