Con cada paso, cada día, todos estamos eligiendo qué barrio, que provincia, que país queremos.
Es cierto que podemos no estar disponiendo de los fondos, que no pensamos las políticas, que no hacemos convenios internacionales y que no debatimos en legislatura alguna, pero el comportamiento individual moldea una forma de ser sociedad.
Vemos todos los días cómo muchísimos vecinos y visitantes de nuestro partido violentan, transgreden o ignoran normas, leyes y convenciones sociales básicas.
Prioridades de paso vehicular, respeto por el peatón, estacionamiento, paradas de colectivos, cuidado del espacio público, choferes hablando por celular, boletas de compra que no se entregan, sobreprecio en fichas de parquímetro y carga de tarjeta SUBE y de crédito en celulares, basura sacada a deshora, poda arrojada a la calle, ruidos molestos, niños viajando en asientos delanteros y/o sin cinturón de seguridad, empleados públicos irrespetuosos o ineficientes, son muestras cotidianas del país que ENTRE TODOS construimos.
Podemos, tal vez, adjudicarle parte de la responsabilidad de estos males sociales a la clase gobernante o dirigente en lo referente a los ejemplos que nos dan. Pero aunque sea parte del problema, es un acto de comodidad otorgarle la total culpabilidad.
Vemos y escuchamos a padres que maltratan a sus hijos, que no son pacientes, que no fomentan el diálogo, que alimentan en ellos la desconfianza por la autoridad, las leyes y la honestidad en las cosas cotidianas.
Vemos gente que no acepta el mínimo comentario por una incorrecta acción en la vía pública. Señoras o señores en apariencia decentes y educados, al volante de un auto, que desprecian a quien les señale, por ejemplo, que están incomodando a peatones o impidiendo el paso a personas con discapacidad.
Son sólo dos ejemplos, como otros que en otras ocasiones hemos citado.
Pero del mismo modo que se suele pensar que cuando se dice “el gobierno” es el Poder Ejecutivo Nacional (cuando el gobierno es ejercido por TRES poderes) parece que cuando se habla de “elecciones” todos piensan en que se trata sólo de eso que hacemos (demasiado seguido tal vez) en un cuarto oscuro.
Las pequeñas y las grandes elecciones NO tienen relación con un maquillado candidato que busca convencernos con mensajes marketineros de que tiene la solución a los males del país o de la provincia.
Si nos parece que la vida vale algo, debemos instruirnos y estar atentos a todo camino que la cercene o condicione, diciéndole que NO al aborto.
Si consideramos que el diálogo es fundamental para un país mejor debemos ejercerlo con dedicación y prudencia siempre y en todo lugar.
Si exigimos que se respeten las instituciones, las leyes y las ordenanzas debemos hacerlo nosotros y no poner excusas para lo contrario.
Si entendemos que la política no está en las manos adecuadas, debemos involucrarnos, participar, reclamar y utilizar todos los recursos legales para mejorarla.
Si nos preocupa la pérdida de valores y tradiciones nacionales, debemos vivirlos, promoverlos y cuidarlos todos los días, rechazando todo aquello que los pervierta o trastoque.
Elegir seriamente lo que construye un país mejor, es una acción concreta que podemos hacer todos los días y el resultado de ello no será motivo de ningún programa noticioso especial. Pero el escrutinio va a coronar a grandes ganadores: nuestros hijos y nietos.
