En la búsqueda de coherencia -un trabajo que en ocasiones es sencillo y otras no-, me queda claro no sólo lo que merece mi aprobación sino, principalmente, lo que se gana mi rechazo.
Seguramente por las enseñanzas de mi familia y por las experiencias de vida, me movilizan los actos nobles, generosos, desinteresados. Siempre he buscado estar cerca de ellos, emprendiéndolos, comentándolos y difundiéndolos. Por eso mi vida profesional y personal me ha llevado a hacer las cosas que hice y hago.
Me gusta San Isidro, que no es el lugar donde nací, pero en el que vivo desde los 2 años. Me gusta ver y escuchar -incluso pasando desapercibido-, lo que sucede a mi alrededor.
Esto me lleva a encontrar gente que piensa y dice distinto, gente que pide y gente que da, gente que celebra y gente que se queja, gente que ignora y gente que sabe, gente que emprende y gente que deja hacer.
Pero en esa diversidad de pensamiento, de creencias, de experiencias, se que podemos coincidir en algo. Y no me refiero a un desmedido afán conciliador donde se hagan difusas las convicciones, sino a un escenario donde lo básico, lo elemental sea lo central.
Digo un claro SI a la vida y rechazo todo lo que implique directa o indirectamente la muerte de otro por egoísmo, desatención o deliberada maldad. Uno que deja este mundo por que otro decide que no nazca, porque no le interesa cuidarlo en su enfermedad o porque desprecia su vida porque no aprendió a valorar correctamente la propia. Cualquiera de esos casos merece mi rotundo rechazo.
San Isidro fue declarado municipio a favor de la vida desde la concepción en 2011 y eso, para mí, no es un hecho menor. Porque se puede declamar en ocasiones por conveniencia (algunos los políticos no tienen límites...) pero comprobar que ciertos actos muestran convicciones claras en lo prioritario, no es poca cosa.
Entre los candidatos promovidos en cartelería, volantes e irreverentes pegatinas (este año un poco menos que en ocasiones anteriores) aparecen sonrientes y "photoshopeados" hombres y mujeres que están EN CONTRA de la vida por nacer y en favor de un egoísta "derecho" a elegir.
Yo no puedo elegir -concientemente- a un candidato al cargo que sea, con el que no coincida en algo tan elemental, tal básico, como el respeto a la vida más indefensa, la de un ser humano en gestación.
Jamás podría dormir tranquilo apoyando a una candidata local que haya formado parte armada de la guerrilla montonera y que hoy apoye y haga lobby por el aborto. Un error de pasado podría superarse pero si sigue considerando que hay vidas que se respetan y otras que no...
Nunca votaría, por ejemplo, a una blonda abogada de suaves gestos como Margarita Stolbizer que, en sus propuestas de un posible gobierno, impulsa el aborto irrestricto como "derecho" bajo el trillado argumento de los abusos (el mismo que se usó en otros países para legislar a favor de la muerte del indefenso). Por supuesto, tampoco apoyaría a su irrespetuoso pequeño precandidato a intendente que ensució veredas, viviendas y árboles con mensajes ofensivos a la fe cristiana y que no se arrepiente de ello.
Como tampoco pondría mi voto por alguna agrupación de izquierda –siempre tan ligada a formas violentas- que siga batallando por imponer el asesinato intrauterino.
Reduciendo más aún las opciones, tampoco está en mí poner el voto a quien de difusas explicaciones cuando se le consulte al respecto de este sensible tema. Decir que "se ajusta a lo que la ley diga" lo ubica, precisamente, en el podio de los cuestionables de siempre aunque se presenten como el cambio justo. Ni cambio, ni justo.
Mucho menos votaría a algún candidato alineado con el actual gobierno nacional o provincial ya que no hay dudas sobre las intenciones contrarias a la vida en gestación que han manifestado. Si a eso se le suma los serios problemas estructurales no afrontados con seriedad en la provincia más importante del país, todo se hace peor.
Es como se sabe: elegir EL MAL MENOR, primero, es elegir el MAL. Un mal que, circunstancialmente, es menor. Sólo tiene por delante crecer. Y cuando crezca el problema será GRANDE.
Propongo votar lo bueno en lo básico, en lo prioritario, en lo fundamental. Y convertirse en un ciudadano activo, que se mueve, que reclama, que golpea las puertas con inteligencia y creatividad, que no se queda en la queja estéril, que busca más soluciones que pelea.
Por algún motivo, se me figura que hay personas en la comunidad que son como esos padres que "hacen vereda" ante cosas del colegio de sus hijos, pero no plantean a quien se debe y como se debe sus cuestionamientos. Nada solucionan si repiten como loros cosas que les cuentan sin ir más allá. Si vale la pena, si es comprobado el dicho, hay que actuar, hay que comprometerse, hay que poner la cara y hablar para mejorar la situación. Si algo está mal hay que señalarlo donde corresponde. Y eso será también una sabia enseñanza para sus hijos.
Y aquí aparece otro aspecto importante: ¿Es coherente apoyar un candidato que justifica matar a un ser humano y mirar honestamente a los ojos al propio hijo?
Un tema delicado ese de exigir a otros el cumplimiento de las normas, el respeto por las instituciones y los ciudadanos, y no ser capaz de respetar un semáforo, un lugar de paso peatonal, una máxima de velocidad…
Estos tiempos previos a las P.A.S.O. -un invento argentino del que no se puede estar orgulloso- no tuvo propuestas de candidatos aunque sí mucha frase publicitaria, mucho marketing político, mucho colorcito sin palabras claras en la mayoría de los casos.
Lamentablemente no hay muchas más opciones:
Por un lado están los que ejercen o ejercieron alguna forma de gobierno y pueden mostrar lo que hicieron y cómo lo hicieron, a qué le dieron prioridad, dónde están sus fortalezas (aunque siempre esconderán sus debilidades o errores).
Por otro lado están los que quieren llegar a gobernar un estrato superior y prometen hacer las cosas de otro modo pero no pueden demostrar hechos comparables (pero siempre habrá algún dato en su pasado que pueda servir).
Votar no es sencillo si uno se propone hacerlo sacando el mejor provecho del sistema: el voto en blanco no cuenta, no ir a votar tampoco, agarrar cualquier boleta menos.
Lo único que sirve es una elección positiva, a una propuesta concreta y no a un slogan. Tal vez el candidato de nuestra preferencia no gane, tal vez no llegue. O tal vez sí.
Pero vale elegir el bien, grande o pequeño, que es la única forma de combatir al mal.