UD. PUEDE OPTAR POR NO VER, NOSOTROS LO PUBLICAREMOS IGUAL
En medio de las paradojas que nos ofrecen a diario los medios se encuentran las publicaciones de hechos aberrantes, con la advertencia de que “puede herir la sensibilidad”.
Así fue que se despacharon con el degüello de decenas de soldados a manos de seguidores del Estado Islámico, una mujer que golpea a una pequeña niña y tantas otras cosas.
Los medios, tan cuidadosos de decir cáncer o SIDA cuando ha sido la causa de la muerte de algún famoso, liberan toda su morbosidad difundiendo imágenes con títulos y descripciones convocantes pero, con la frase de compromiso que indica que, tal vez, el lector o televidente vomite, se desmaye o se estremezca.
Es cierto que, en ocasiones, algunas cosas no pueden comprenderse realmente si no se ven. Como ocurre con el aborto, del que muchos hablan pero no imaginan –no ven- con claridad de qué se trata destrozar a un ser humano en el vientre materno y por ello hablan con liviandad sobre un supuesto derecho a cancelar la existencia de otro ser, para poder dimensionar algunas realidades hace falta algo de crudeza. Pero son excepciones.
Incoherencias mediáticas que llevan a mostrar con cierta pacatería y sin cuidado alguno a cuanta voluptuosa mujer –o no tanto- que osó exhibir sus prendas íntimas en un descuido al subir a un auto, o que tal vez un seno rebelde escapó de entre sus prendas, estimulando la gestación de mirones y chismosas.
Noticieros televisivos, otrora serios y sesudos, hoy no pueden dejar de tener su sección de farándula (que no es lo mismo que espectáculos) donde cualquier apostilla berreta está al mismo nivel que cualquier análisis de la economía o la justicia nacional.
Volviendo al punto, incluir contenidos (en particular en Internet) que pueden no ser convenientes para ciertas personas o para niños (que nadie controla) no es de medios adultos y superados de todo prejuicio, sino un acto de irresponsabilidad.
No hacía falta ver en detalle cómo un filoso cuchillo iba cortando la piel y la carne de cada cuello de los pobres ajusticiados por fanáticos islámicos, para comprender la locura que eso significa. No importa cómo perdió la mano un hincha de fútbol al explotar una granada, como una niñera desalmada golpea a una bebé, o cómo “luce” en vivo una fractura expuesta.
Todo eso, que en el pasado sólo era adjudicable a un producto del diario Crónica, hoy es el camino utilizado –con comentarios o advertencias para cumplir- por casi cualquier medio, en sitios web o en la alicaída televisión argentina.
Mostrar la realidad sin recortar información que la relativice será correcto en muchos casos. Sabemos todos que, desafortunadamente, no vivimos en un mar de rosas.
Pero hacer exhibicionismo de brutalidades, bajezas o aberraciones con el argumento de que tales contenidos sirven para comprender de qué se trata la decadencia es, por lo menos, subestimar a los ciudadanos o buscar perjudicarlos.
-> Alberto Mora
Director de Contenidos
