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Tan lejos y tan cerca
   
Robin Williams no es alguien a quien hayamos visto caminando por San Isidro. Hubiera sido linda sorpresa, … pero no ocurrió.

No lo vimos en cenas de fin de año y tampoco era amigo de un amigo.

Sin embargo, a pesar de vivir y trabajar a no menos de 10.000 km de distancia, siempre lo sentimos cercano. Las historias que nos contó tuvieron casi siempre una particular dulzura, una impronta tierna, un mensaje alentador.

Nos reímos con las ocurrencias de ese delgado extraterrestre con tiradores en "Mork y Mindy" a finales de los ‘70, nos identificamos con el locutor de Vietnam que libraba su propia batalla, nos hubiera gustado tener un profesor como él en "La sociedad de los poetas muertos" y nos emocionó hasta las lágrimas la desesperación de ese papá que quería estar como sea con sus hijos en "Papá por siempre".

Patch Adams -del que casi nadie sabía mucho-, tuvo en él posiblemente el mejor intérprete. Gracias a esa original película muchos supieron que no sólo medicamentos necesitan los enfermos. Curiosamente en aquella producción de 1988 estuvo acompañado por Philip Seymour Hoffman, otro actor acosado por las adicciones que murió en Febrero pasado.

Un original Peter Pan ya crecido, un hombre que llega a presidente por una trampa informática, un robot con sentimientos, un muñeco vestido como Roosevelt que cobra vida en un museo, son seguramente algunas de las historias que recordaremos de este actor y de su talento.

Robin Williams interpretó personajes divertidos, desenfadados, provocadores. Nos invitó a jugar, a fantasear, a romper con formalidades innecesarias. Nos mostró que, en el fondo, todos podemos conservar algo de niños en las ganas de reír, en el abrazo sentido, en el valor que tiene el sano y auténtico interés por "el otro".

Pero nadie podría imaginar lo que pasó, aunque se suele decir que el actor cómico tiene un lado oculto y triste. Algo de eso hay, pero no tanto. Robin Williams –además de una fama que lo llevó por mal camino- era alguien generoso en su afán de divertir y así lo recuerdan colegas y directores.

Lamentablemente, sólo nos quedarán de Robin Williams todas las emociones de sus películas, incluso aquella en que lo vimos como un asesino, tan excepcional en su carrera como brillante en su interpretación.

También será grato recordar cómo acompañó y sostuvo económicamente hasta el final a su amigo de la infancia Christopher Reeve, cuando su salud empeoró luego del accidente que lo dejó cuadripléjico.


Una tristeza general

Probablemente la sensación difícil de digerir es la que nos provoca un hombre talentoso pero acosado por la debilidad frente a las drogas y el alcohol. Un hombre exitoso y públicamente aplaudido, pero dominado por la depresión, por la angustia del sinsentido.

En el fondo del corazón de cualquiera de nosotros, tanto con el pobre Robin Williams como con tantos otros con finales trágicos de existencias dolorosas, nos hubiera gustado ayudarlo. Claro que es un imposible con gente que sólo se metió en nuestra casa atravesando una pantalla. Pero hubiéramos querido tenerlo más tiempo, aunque no actuara, aunque decidiera retirarse y verlo de tanto en tanto homenajeado, envejeciendo como cualquiera, acompañado de su familia.

Las drogas y el alcohol se han llevado a mucha gente. Directa o indirectamente esos grandes enemigos del cuerpo y de la mente nos han privado de actores, músicos y otros artistas.

Despiadados "amigos" de las debilidades humanas, que aparecen para ofrecer su falsa fortaleza o su engañosa calma. Nunca dan solución a nada ni preparan realmente para afrontar desafío alguno.

El sólo hecho de imaginar la desesperada visión de la propia existencia que llevó a Robin Williams a poner punto final es estremecedor. Cada pensamiento acorralado, cada movimiento buscando un final, la brutal –pero falsa- visión de que no se puede frenar el dolor interior, nos paraliza la respiración… ¡Qué bueno hubiera sido poder hacer algo por ese hombre que tantas gratas emociones nos regaló!

Las conclusiones son relativamente simples:

  • Las drogas y el alcohol nunca deberían estar cerca y todo intento de considerarlos que son "de uso privado" es torpe.
  • De todo lo que uno haga, sólo lo bueno quedará en el recuerdo de los demás.
  • Ojalá que Dios ya le esté dando la paz que buscaba, le perdone los errores y tenga en cuenta todas las sonrisas y emociones que provocó con su trabajo.

-> Alberto Mora

 
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