Un hombre con su instrumento de muerte y convencido de que lo asiste la razón plena, procede con firmeza.
No duda. Sabe cómo se hace. A pesar de la particular situación, mira con cierta calma, fruto de que no es la primera vez que lo hará. Se entrenó para analizar las cosas sin dejar que las emociones lo confundan. Se preparó y decidió actuar de acuerdo a sus convicciones y por esa forma de prestigio que le da estar en este lugar.
Quien va a recibir "su merecido" está ahí fruto de una circunstancia que, a los ojos del victimario, debió ser evitada. Pero no es algo que ahora pueda importar mucho.
A la víctima aunque no lo dijera, una sensación difícil de explicar le indicaba que éste momento se acercaba. Quiere gritar pero no puede, es tanto el miedo, tan paralizante, tan amenazador lo que se avecina que sus pulmones parecen no responder. Se mueve cada vez con más agitación, quiere correr, pedir ayuda, pero nada puede hacer, se siente aprisionada y no se quiere por por vencida.
Decide forcejear, dar hasta el último aliento.
¿Acaso la víctima podría haber evitado esta situación? No. Sabe que no. Sabe que es la víctima y que la desproporción de fuerzas favorece a su oponente, alguien que parece no tener nada que perder.
Pero todo ocurre con demasiada rapidez. El pánico que provoca cualquier roce de su piel se transforma en dolor concreto, en sangre que asoma y brota.
El desgarro incomprensible y bestial del mundo que soñaba ver le hace llorar. Y seguir intentando el escape, aunque apenas se mueve unos centímetros.
En un instante, todo pasó.
El hombre experimentado respira hondo y espera que su ayudante se ocupe de lo que queda. Él se va a lavar un poco. Posiblemente tome un café y mire algo en televisión.
Podría ser el relato de lo que le pasó el 25 de Agosto de 1978 a la joven de 23 años Laura Carlotto (Rita), militante de la organización terrorista Montoneros, ejecutada a balazos 9 meses después de estar detenida por el gobierno militar que encabezaba el Tte. Gral. Jorge R. Videla. Laura Carlotto estaba en concubinato con otro montonero, Oscar Walmir "Puño" Montoya (25 años), padre del hombre inscripto como Ignacio Hurban que acaba de conocer su identidad.
También podría ser lo que vive un ser humano en el vientre materno cuando es asesinado mediante una "interrupción voluntaria del embarazo", un aborto. Curiosamente Estela Barnes de Carlotto -presidente de la asociación Abuelas de Plaza de Mayo- apoya el "aborto libre, gratuito y seguro".