[2005] - Generalmente sucede que los medios de comunicación -principalmente los audivisuales- no dicen, no difunden aquello que no pueden hacer.
Aunque a veces se escucha que se intentó hablar con un funcionario o el protagonista de una noticia, pero que la comunicación no pudo establecerse, y tal demostración de imposibilidad sólo busca dejar algo mal parado a aquel que se negó a hacer declaraciones, no importa el tema del que se trate.
O también puede uno verse como ocasional testigo de una interna entre el periodista-conductor-presentador y el área técnica o de producción, es decir, se dice que no se logró una entrevista buscando poner en evidencia una posible falta de efectividad o la inoperancia de esas áreas.
A nosotros nos sucedió. Hoy, 20 de julio, día del amigo quisimos llamar a Enrique Febbraro como lo hiciéramos muchas veces en épocas de radio. Y si no tenía tiempo (o ánimo) para una breve entrevista, nos bastaba con saludarlo y nada mas.
¿Y qué paso? Escuchen lo que escuchamos por teléfono... [click acá]
No nos sorprende, todo lo contrario. Con solo pensarlo es lógico.
Enrique Febbraro, odontólogo, músico, docente, un hombre interesado por sentimientos nobles, por el más sano altruísmo, que logró -luego de varios intentos y de muchos esfuerzos personales- difundir en todo el mundo la importancia de la amistad... es un hombre que ha cosechado amigos.
Y sabemos que no tuvo ninguna intensión comercial, que gastó mucho dinero enviando cartas a todo el mundo, que el enfoque comercial fue posterior (y no fue de él), que la idea fue -y sigue siendo- buena, simple, sana y noble. Y que aquel día en que buena parte de la población mundial era testigo asombrado de una proeza solo imaginable (la llegada a la luna), don Enrique vio la enorme oportunidad de proponer que, de igual modo, podíamos mirar todos para el mismo lado.
Y que podíamos -y podemos- tirar juntos del carro, trabajar por la buena convivencia, por la dignidad, por un mundo mejor. Y que para eso se puede empezar por valorar la actitud amistosa, el buen gesto cotidiano, el respeto por quien tenemos a nuestro lado cada día.
No pudimos hablar con quien queríamos, pero no nos importa. Nos parece, casi, un acto de justicia.
Hablaremos con él, como debemos hacerlo con cualquiera de las personas que queremos, en cualquier momento y del mejor modo, como corresponde celebrar la amistad, cada día.