En San Isidro también se hizo escuchar el descontento con el Gobierno Nacional
Exprensando pacíficamente su descontento con las intenciones -no rechazadas formalmente- de reelección presidencial (que necesitarían una reforma constitucional), los altos niveles de corrupción (el caso Ciccone y Boudou a la cabeza), la inseguridad (menospreciada sostenidamente por el gobierno nacional), la situación económica (floreciente para el kirchnerismo pero con niveles de inflación que se empecina en "dibujar"), el manejo de fondos para sostener medios propios o adictos (Página 12, por ejemplo, recibe del gobierno 6.- pesos por cada diario que edita, aunque no lo venda) y un largo etcétera que no le resta lugar a la impronta irreverente que imprime la Dra. Cristina Fernández cada vez que utiliza la cadena nacional, miles de ciudadanos se movilizaron por las calles del país.
Al igual que la Plaza de Mayo, el frente a la Quinta de Olivos, Cabildo y Juramento, Santa Fe y Callao, Rivadavia y Acoyte, además de distintas esquinas y plazas en las provincias de Córdoba, Santa Fe y Mendoza, entre otras, algunas esquinas de San Isidro y del resto del conurbano se inundaron de vecinos indignados como en tiempos de la guerra propuesta por el gobierno hacia el sector agropecuario y de los reclamos de seguiridad en las marchas convocadas por Juan Carlos Blumberg.
Cacerolas y distintos elementos para que el ruido intente llegar a los oídos de un gobierno que se niega a aceptar la realidad y busca hacer, casi constantemente, una descripción idílica del presente, demonizando una parte del pasado (olvidando su participación en él), justificando la violencia en la lucha armada de la década del '70, impulsando el adoctrinamiento partidario en las escuelas, y no pocas medidas contrarias a la familia y la integridad de los ciudadanos.
Curiosamente, mientras una parte importante de la ciudadanía salía a las calles para manifestar, la presidente se encontraba en San Juan -provincia gobernada por el kirchnerista José Luis Gioja- desde donde mantuvo videoconferencias y entregó viviendas de un barrio para obreros metalúrgicos. En el mismo acto hizo anuncios asociados a la actividad minera que lleva adelante la cuestionada empresa Barrick Gold y no negó su interés en la reelección.
Con letreros que decían "Cristina miente", "Nuestra vidas valen", "No a la re re", "Basta de inseguridad" y "Devuelvan el país", la manifestación ciudadana no tuvo incidentes y careció de expresiones políticas partidarias.
Algunos manifestantes expresaron que, claramente, ningún partido de la oposición lograría reunir a la población de esta manera, lo que también debería ser considerado por la clase política como un llamado de atención. El descrédito del que gozan muchos políticos, su volatilidad en las posturas y alianzas, su genuflexa actitud ante el poder económico y, sobre todo, la ausencia de propuestas concretas, meditadas y sostenidas, provoca que las mayorías lleguen por saturación a movilizaciones como esta.
De todos modos, ante la complejidad de la situación actual en cuanto a la inseguridad, la economía, la falta de institucionalidad y la irresponsabilidad de la justicia y el poder político frente a la realidad, es difícil imaginar que resultados puede provocar esta espontánea movilización ciudadana. Qué acuse de recibo hará el gobierno nacional en especial ante esto es inimaginable.
