Temor por proporcionar datos personales, por saberse observado, por desconocer qué otras intenciones puede tener el gobierno nacional para esta exigencia, son algunas de las sensaciones que la población tiene frente a la tarjeta SUBE.
Por otro lado, y no es menos importante, saber que mientras que el Estado nacional decide gastar 400 millones de pesos en quedarse con el negocio de las transmisiones de carreras del Turismo Carretera (lo que perjudicará a Carburando, una empresa con más de 50 años de trabajo en esa actividad) los pobres usuarios de colectivos (que ya viajan mal desde hace tiempo) saben que si no cuentan con la tarjeta SUBE se deberá pagar el doble o más en los pasajes. Es simple: Con tarjeta SUBE más barato (al menos por un tiempo), sin tarjeta SUBE automáticamente se disparan los gastos familiares.
Como si esto fuera poco, se han registrado casos de personas que quisieron tramitar la tarjeta y al proporcionar su DNI figuraban que ya la habían otorgado, lo que evidencia la posibilidad de errores graves en la gestión de la misma… o la existencia de documentos falsos (duplicados).
Por otra parte están las enormes colas para tramitar la "bendita" tarjeta se transforman en otro impacto en el ánimo y, por que no, en la salud de los ciudadanos. Calores terribles, horas de espera, incertidumbres varias, se sumaron a las naturales preocupaciones de vivir en un país donde el Estado nacional dice que todo está mejor, mientras se paga cada vez en las compras cotidianas, el dinero se esfuma en las manos y, aunque se esfuerce alguien en hacer cálculos, de todos modos la verdadera inflación (que el kirchnerismo niega, por supuesto) acorrala al bolsillo.
El Estado hace su pintura de la realidad: favorece el turismo con caprichosos feriados (una posibilidad de disfrute a la que no todos acceden), impulsa propuestas "para todos" (caso del fútbol y ahora el automovilismo, con auténticas fortunas dilapidadas mientras hay comprobadas urgencias en otras áreas), habla de números de recaudación récord (que no se traduce en lo cotidiano de los argentinos), cuestiona a los medios de prensa independientes por delinear un panorama negativo (favoreciendo a los medios propios o adictos) e insiste con promover planes sociales (para crear malsanas dependencias en las clases más necesitadas).
Mientras tanto, el gobierno nacional con la presidente ya recuperada de la intervención quirúrgica de tiroides, continúa con sus mohines y puestas en escena, colocando de modo constante el acento en pequeñas y mezquinas prioridades partidarias antes de imaginar auténticas Políticas de Estado, verdadera razón de por qué otros países pueden fortalecerse a pesar de las crisis.
¿Es serio quitar subsidios (tal vez algo que no debió estar tanto tiempo en vigencia) de forma abrupta, mientras los dineros para el fútbol, el automovilismo (desde Febrero) y las pautas de publicidad oficial a medios filokirchneristas gozan de "buena salud"? ¿Por qué habiendo dinero para gastar no se le da solución urgente a la pobreza y la indigencia? ¿Es que el alto porcentaje que votó a Cristina Fernández quería todo esto?
-> Alberto Mora