[2005] - Sin duda alguna hoy, para ser padre es necesario ser fuerte. Nada nos ayuda, nos enfrentamos a un mundo que pareciera destruir los valores que en casa intentamos inculcar. Pero, ¿De qué fortaleza estamos hablando?, sin miedos: de la virtud, es decir, de un modo habitual y bueno de obrar.
Si pretendemos inclinarnos y disponernos para mantenernos en el bien, y conservarlo, ante las dificultades que se nos oponen, tenemos que reflexionar sobre algunos aspectos:
A) Si queremos ser padres fuertes debemos tener constancia en nuestras decisiones, es decir los arranques aislados de "fortaleza" no nos sirven.
B) La fortaleza necesita un bien en el cual permanecer. Quizás sea este el aspecto más importante a reflexionar ¿Cuál es el bien que quiero para mis hijos?. Me atrevo a decir que en la respuesta a esta pregunta es en donde muchas veces fallamos. "No quiero que se esfuerce más de la cuenta, para eso tendrá toda la vida". En parte es cierto, la vida es esfuerzo, pero para ese esfuerzo hay que estar preparado. "Mirá, con tal de no escucharlo lo voy a hacer yo". La superación personal, es un camino de mejora y de verdadera libertad, fomentar el capricho implica una debilidad que a lo largo del tiempo se transforma en tiranía. "Bueno, que haga lo que quiera, yo estoy muy cansado". Como toda virtud se predica con el ejemplo.
C) El resistir es parte esencial de la Fortaleza. ¿Pueden nuestros hijos resistirse a tantas propuestas contrarias a los valores que reciben desde todos lados? Muchas veces no sólo no los preparamos, haciéndoles la vida "más fácil", sino que en este desafío de la formación de hombres libres, los dejamos solos. La noche, las salidas, los amigos, los viajes, las responsabilidades, los compromisos asumidos, etc., exigen padres que no dejen ese lugar a "otros" que hacen un gran negocio con nuestro "ya no puedo más", "no puedo enfrentarme todo el día", "ya es grande, no me hace caso", etc.
No podemos darnos "el lujo" de ser padres débiles si queremos hijos fuertes y libres. Estar, acompañar, saber quÈ les pasa, perseverar, nos lleva al bien deseado por todos que es la libertad interior para discernir lo que es bueno, de tal manera que ya no nos necesite al lado porque puede solo.
Los padres débiles se sacan de encima a sus hijos porque no pueden. Los padres fuertes educan hijos fuertes, y ellos pueden volar solos.
Por último y a modo de cierre una frase trillada pero no por eso menos sabia: "la unión hace la fuerza". Una de las formas más efectivas de ser fuerte es no "remar solos". Debemos hablar más entre nosotros y quizás cuando compartamos nuestras debilidades nos empecemos a sentir más fuertes.
-> Adrián Dall'Asta
Casado, cuatro hijos.
Licenciado en Ciencias Humanas y Sociales
Director Ejecutivo de la Fundación Proyecto Padres