Que hay acciones e intenciones que pueden ser legales pero no aconsejables o convenientes no hay dudas. Una norma legal, un decreto, una ordenanza, una ley podrá ser en teoría el marco para regular una actividad, para respaldar el ejercicio de un derecho o para impedir un exceso, protegiendo a los ciudadanos, pero también sabemos que en nuestro país al menos, hay leyes o normas que se violan sistemáticamente, otras que responden a circunstancias ya perimidas y no pocas que nunca deberían haberse promulgado, en todo o en parte, por distintos motivos.
Daniel Scioli es el gobernador de la provincia de Buenos Aires, el territorio más codiciado por la clase política nacional, un distrito tan populoso como rico en recursos y posibilidades, tan diverso como complejo, con niveles de inseguridad, pobreza y necesidad enquistada en la estructura social, generando a diario marginación y dependencia.
Al mismo tiempo la provincia de Buenos Aires cuenta con riquezas productivas que requieren de acciones de protección y estímulo sostenido, único modo que tiene el Estado de favorecer un crecimento integral. Pero, lamentablemente, aunque se encuentren medidas acertadas en algunos campos, la provincia y sus gobernantes siguen priorizando el sostenimiento de sus propias e históricas deficiencias: hospitales sin recursos, con fallas edilicias, con magros ingresos, escuelas con idénticas situaciones, rutas y caminos olvidados y sin mantenimiento, por sólo mencionar aspectos estructurales.
En medio de esta necesidades concretas, históricas, el deportista devenido en político genuflexo ante los vaivenes de quienes lo llevaron a su actual rol (el matrimonio gubernamental Kirchner) ya anunció que quiere llevar prontamente a la práctica la nueva Ley de Medios, que autoriza a que cada provincia pueda tener un canal de televisión y dos frecuencias de radio (una en AM y otra en FM).
Sabiendo cómo maneja el Estado sus medios, buscando imponer a toda costa una visión caprichosa de la realidad (basta escuchar Radio Nacional o ver canal 7) difícilmente se pueda esperar otro enfoque, otra modalidad.
Por estos días ha vuelto a señalarse el sideral costo que implica esa perversa producción televisiva llamada "6, 7, 8" emitida en el canal oficial: 11.000.000 de pesos anuales (760.000 pesos mensuales) es demasiado dinero para muchas cosas, aunque tal vez para otras sea poco. Para costear tan burdo empecinamiento en ver la realidad a traves de un vidrio sucio y roto, es realmente inmoral. ¿Cuánto dinero nos costará a todos mantener esa televisión pública?
Por sólo recordar otro hecho cruel -amparado con explicaciones como para niños de jardín- Daniel Scioli había mantenido una intensa puja para que la Copa Davis se realice en territorio bonarerense. Muchos recordarán que se concretó en Mar del Plata en Noviembre de 2008 y que nos costó 8.000.000 de dólares, un dinero que bien podría haberse utilizado con nobles fines más cercanos a la dura realidad bonaerense.
Ahora, con la intención de armar un canal de televisión bonaerense, aunque se pretenda mostrar transparencia en la compra de equipos, en la contratación de personal, etc. todo será... para ofrecerle a la población la visión de la realidad al estilo K, algo parecido a lo que hizo el Gral. Juan Domingo Perón en sus tiempos de gobernante: ofreció a la inocente población argentina una sostenida visión parcial, autoreferencial, mezquina, de sus actos, de sus intenciones. Y no lo hizo sólo con el manejo de todas las radios del país; también lo hizo imponiendo en tiernos libros y manuales escolares su figura y la de su esposa, como "salvadores de la Patria", o algo parecido.
El Estado (nacional y provincial) en la Argentina en manos de los actuales gobernantes utiliza los medios propios para influir ideológicamente en la población con caprichosas interpretaciones de la verdad, presentando el pasado más virulento (tan arraigado en no pocos funcionarios) y perversos "valores" sobre la familia, que nada tienen que ver ni con su función ni con los aspectos constitutivos de nuestra Nación.
Si bien estas líneas pueden parecer dirigidas sólo al actual gobernador, también le caben a quienes lo reemplacen en su función. Si Scioli impone la puesta en práctica de un canal de televisión oficial bonaerense, quienes ocupen su lugar en el futuro... utilizarán ese recurso con similar enfoque y con un hecho ya consumado.
Conclusión: el Estado bonaerense no necesita un canal de televisión ni emisoras de radio nuevas. Tiene recursos asignados para hacer lo que se espera: difundir los actos de gobierno mediante pautas comerciales en los medios existentes. Y tiene herramientas suficientes para producir contenidos y mostrarlos en distintos medios de comunicación.
Nuevos medios -aunque haya una ley que los permita- en manos del gobierno no corresponden, ni convienen y, seguramente, servirán para desviar recursos y energías que esperan muchos bonaerenses para solucionar atrasos y fallas sistemáticas en el territorio más rico del país.
-> Alberto Mora
