A cinco años del secuestro de Nicolás Garnil, nada a mejorado
El 15 de Agosto de 2004, luego de 20 días de cautiverio, fue liberado Nicolás Garnil, el joven de San Isidro, víctima de un secuestro extorsivo en el barrio de La Horqueta, cuando se dirigía a misa junto a su madre. Hoy cinco años después, la Argentina sigue siendo una ciudad insegura y liberada, para que los delincuentes puedan tener en vilo a la población, sin mayores problemas.
"Me pongo de rodillas ante ustedes" decía desconsolada ante las cámaras de televisión, María Susana de Garnil, madre de Nicolás, y el país se conmovía hasta las lágrimas, al ver el ruego de esa mujer desesperada.
Afortunadamente el dramático secuestro de Nicolás Garnil tuvo un final feliz, a toda fiesta. Tras permanecer 20 días en cautiverio, el joven que en ese entonces tenía de 17 años, fue liberado a la medianoche del 15 de agosto de 2004 en Garín. "Olé, Olé, Olé, Nicooo, Nicooo...", gritaban eufóricos sus amigos en el hogar de su familia, en Julián Navarro al 4200 de La Horqueta, San Isidro. "Mami, estoy bien, estoy en camino", le dijo Nicolás a su mamá desde una cabina telefónica. Fue la noticia que su familia esperaba con angustia desde hace casi tres semanas.
Al instante, familiares y amigos se dieron cita en el chalet de la familia Garnil para festejar por el fin de la pesadilla. Poco después de la una de la madrugada de Nicolás regresó a su hogar. Al rato, su madre Susana salió a hablar con la prensa y la gente y transmitió un mensaje de calma: "Nicolás está muy bien. Les agradezco a todos por el apoyo y les pido que desplieguen banderas por todo el país para que esto no se repita".
En la calle, el capellán de la escuela de Nicolás, Francisco Peña, junto con amigos y vecinos presentes, realizaron una oración por Nicolás y también por la liberación de otros jóvenes que sufrieron secuestros en esa época.
El secuestro de Nicolás se había producido el domingo 25 de Julio de 2004, cerca de las 19:00, cuando se dirigía a misa acompañado por su madre, María Susana, en el barrio La Horqueta de San Isidro. Para su desgracia, no pudo llegar: unos cinco hombres que se movilizaban en dos autos, y que iban armados con armas largas, lo interceptaron en la esquina de José Ingenieros y Esnaola, Beccar, y se lo llevaron. El primer contacto que la familia Garnil tuvo con los secuestradores fue ese mismo día, cerca de las 11 de la noche, cuando éstos comunicaron para solicitar un rescate de 300.000 pesos.
En la última etapa de la negociación, los secuestradores habrían bajado sus pretensiones. La familia habría intentado sin éxito, pagar el rescate en tres ocasiones. En uno de ellos, un familiar perdió el contacto por celular con los captores cuando viajaba en tren y debía tirar una bolsa con dinero en un lugar a definir. Finalmente unos días antes de la liberación, el padre de Nicolás habría dejado en un lugar preacordado la suma de 80.000 pesos. Su padre, Carlos, es un médico especialista en diagnóstico por imágenes y su madre, ginecóloga. El núcleo familiar se completa con sus hermanos Agustina, de 19 años, y Ramiro, de 15.
En los primeros días del cautiverio de Nicolás, sus padres les pidieron a los secuestradores que le dieran una "prueba de vida", a partir de un dato personal que sólo el chico conocía. Paralelamente, recibieron varios llamados de aprovechadores que se hacían pasar por los captores para sacar un rédito económico.
Uno de los instantes más conmovedores del secuestro se produjo el jueves 5 de Agosto, cuando Susana, la madre de Nicolás, hizo un dramático llamado para que le devuelvan a su hijo, mientras lloraba tras las rejas de su casa. "Lo necesito, no puedo vivir un día más si él", suplicó.
En todo momento, la familia Garnil trató de evitar que trascendieran detalles de las negociaciones para rescatar a su hijo. Y tampoco efectuaron la denuncia formal por el secuestro. Es por eso que, en un principio, el caso había sido investigado de oficio por la fiscal federal subrogante Zulma Scofano.
¿Hasta cuándo?
Es obvio que una concepción de la seguridad pública basada exclusivamente en la prevención y represión de los delincuentes e incluso en la control de los sectores marginados y no en programas de combate a sus causas, como la pobreza y el desempleo, es absolutamente insuficiente.
Es necesario, de todas maneras, ahondar en la prevención y en la represión de la violencia, ya que los resultados de un ataque a las causas nunca pueden ser inmediatos.
Es muy triste recordar cuando en las calles de nuestro país se podía transitar tranquilo, cuando los niños jugaban en las veredas, y los padres no tenían de que preocuparse, cuando podíamos tomar cualquier medio de transporte público a la hora que sea sin temor a ser violentados...¿cómo llegamos a vivir tan mal? ¿cómo nos hemos acostumbrado a escuchar a diario que asesinan salvajemente a nuestros compatriotas en un asalto y la vida sigue como si nada?.
En la Argentina no hubo ninguna catástrofe natural. El desastre argentino tiene causas muy claras y responsables reconocidos. Para salir de la espiral de violencia-pobreza-desocupación, el Estado debe proveer los medios. Su responsabilidad descansa en la teoría de continuidad del Estado.
No existe ningún hecho externo que lo exima, no hubo una transformación espontánea de muchos ciudadanos en delincuentes, muchos de los nuevos delincuentes nacieron por condicionamiento social. Es imprescindible que el Estado adopte una actitud enérgica. No es posible curar un cáncer avanzado con aspirinas, se debe recurrir a una cirugía mayor. Acá se verá la valentía y la capacidad de nuestros gobernantes la que nos permita volver a vivir en paz.