[2006] - Por estos días vemos como todos los años como este árbol nativo del Brasil y norte de la Argentina estalló con sus flores tan características, dándole a veredas y parques su característico color que, aunque la canción infantil diga que son celestes ("… una flor y otra flor celeste, de jacarandá…"), son más bien lilas.
Este árbol ha sido introducido en todas las zonas tropicales y subtropicales del continente americano. El árbol como tal es más bien pequeño - mediano, y solamente individuos ya muy viejos superan los 15 metros de altura total.
Los árboles que se han plantado muy juntos o cerca de los edificios u otros árboles grandes, desarrollan una copa estirada formada por ramas muy largas y delgadas con poco follaje.
El tronco en algunos árboles es recto y en otros árboles es torcido e irregular. La corteza no es ni lisa ni áspera, de color gris claro y con ocasionales grietas verticales o reventaduras que en algunas partes del tronco pueden ser muy abundantes y en otras no. El árbol es muy susceptible a las podas o heridas que se le hacen al tronco, y la cicatrización aunque es efectiva, se caracteriza por la formación de grandes abultamientos y deformaciones alrededor de la herida.
La especie tiene la notable capacidad de producir bajo ciertas circunstancias, nuevos troncos desde la base, los cuales se desarrollan verticales, rectos y de varios metros de largo.
Las hojas de la jacarandá son más que notables, primero por ser opuestas y compuestas bipinadas, con un parecido a las frondas de los helechos.
Las flores de la jacarandá son típicas de la familia botánica Bignoniaceae. Son flores conformadas por 5 pétalos largos fusionados entre sí para formar una corola en forma de embudo o trompeta. Nacen juntas en grandes y largas inflorescencias o ramos ubicados en los extremos de las largas ramas, y en medio del follaje verde del árbol.
Los árboles que crecen en espacios abiertos y a plena exposición solar, forman copas densas en forma de media esfera o cúpula, que se cubren casi totalmente con los grandes ramos de flores.
Las flores de la jacarandá son notablemente fragantes, y su fuerte aroma jazminado se puede sentir a varios metros de distancia. Las flores conservan su aroma mucho tiempo aún después de marchitas.
Los frutos de la jacarandá son unas cápsulas secas, duras y leñosas, de forma circular, que cuando maduran se abren en dos valvas como ostras o almejas, para dejar salir unas 50 a 80 semillas.
Las semillas de la jacarandá son muy pequeñas y planas, como escamas y en forma de corazón, bordeadas por una fina membrana transparente que cumple la función de un ala o paracaídas que permite a las semillas desplazarse enormes distancias con la ayuda del viento.
La madera de la jacarandá es muy suave y liviana, de color blanco recién cortada pero se vuelve de color crema conforme pasa el tiempo. Esta madera posee excelentes propiedades para ser utilizada como un material para hacer esculturas, tallas, grabados, moldes, etc.
El jacarandá es muy cultivado como forestal y ornamental para plazas y calles. Previo secado, es fácil de trabajar, toma bien el pulido y la pintura, pero debe cuidarse durante su estacionamiento; tiene que secarse lentamente a la sombra, en lugares ventilados, para obtener una buena calidad. Se emplea en carpintería en general, mueblería, revestimientos y tallas. La madera es pesada y oscura, y se utiliza para fabricar muebles coloniales.