En esta muestra pudieron observarse hasta el 5 de Octubre, vestuario, armas y otros objetos pertenecientes hombres del período 1880-1920.

En el afán de "pintar" al hombre de ese tiempo de modo más abarcativo y no quedarse con los estereotipos, aparecieron el hombre de campo, el de ciudad, los objetos de viaje y de arreglo personal, fotografías, notas escolares, etc.

Mientras la Argentina se integraba exitosamente al mercado mundial con sus primeras agroexportaciones, en San Isidro comenzaron a desaparecer los famosos trigales de las chacras distribuídas por Juan de Garay, así como las tierras dedicadas al pastoreo de vacas lecheras.

La valoración de las tierras y el auge inmigratorio demandó espacios, por lo que las chacras se fueron subdividiendo en quintas, siendo San Isidro el principal abastecedor de fruta y verdura de la pujante ciudad de Buenos Aires.

Como resultado del gran crecimiento de la ciudad y, por consiguiente, la mayor demanda de alimentos, el tendido del ferrocarril y los caminos, San Isidro se orienta hacia la floricultura a fines del siglo XIX, concentrando gran parte de la producción bonaerense.

El núcleo urbano siempre contó con una gran variedad de pescados recogidos con redes que arrastraban a caballo hacia la costa. Gracias al renovado aporte de la inmigración, sumó carpinterías, herrerías y tallres de diversos tipos, y todos los servicios requeridos para el desarrollo del comercio y la construcción de aquellos que decidieron establecerse en esta zona.

A fines del siglo XIX la actividad física y la práctica deportiva cobraron un auge renovado. En la Argentina se popularizaron, entre otros, la pelota vasca, el ciclismo y los deportes fomentados en parte por los residentes británicos: tenis, golf, rugby y fútbol.

La práctica de la esgrima estaba asociada no sólo al deporte sino a la defensa del honor en los tan mentados duelos.

Como villa veraniega o luga de descanso, San Isidro tuvo siempre condiciones propicias para el desarrollo de clubes e institucione deportivas. Asimismo, la costa del Río de la Plata y el arroyo Sarandí dieron extraordinario impulso a los deportes náuticos.

En Las Lomas de San Isidro se organizaban también cacerías de zorro, que solían concluir con una espléndida cena en el Hotel San Isidro, propiedad de los hermanos Vignolles.

Mientras tanto, las técnicas fotográficas se perfeccionaban permanentemente, pero todavía estaban reservadas a los especialistas, que registrarron eso momentos.

En esta particular exposición se pudo observar una medalla que fuera entregada a uno de los primeros soldados conscriptos del país. La primera conscripción obligatoria en la Argentina fue convocada en 1896 durante la presidencia de José Evaristo Uriburu, en un período de tensas negociaciones con Chile por cuestiones limítrofes. Por primera vez se llamaba a las filas, sin excepción, a los argentinos de 20 años. 4.800 jóvenes pasaron a la historia como "los conscriptos de Cura Malal".

En una de las salas del museo preparadas para esta muestra pudo verse también a tres maniquíes con:
- Levita, pantalón de fantasía, corbata regata, gemelos, bastón-paraguas y bombín
- Jacket con su chaleco, pantalón de fantasía, plastrón, pinche de corbata, gemelos, reloj de bolsillo con cadena, bastón con empuñadura de plata y galera de pelo.
- Frac, gemelos, reloj de bolsillo con cadena, chalina de seda, guantes de cabretilla y galera de pelo.

Junto a ellos la sala ambientada presentó una mesa de juego de origen inglés, silla y maceteros del período, y una mesa fumadora, que llevaba incorporada un compartimiento para los accesorios, la pipa, el tabaco y los fósforos.

Como parte de la muestra, el miércoles 24 de Septiembre, la licenciada Susana Speroni, directora del Museo Nacional de la Historia del Traje, disertó -con acceso libre y gratuito- sobre "Usos y costumbres, moda masculina 1880- 1920".

Mayor información: info@guiasdesanisidro.com.ar