Más de 30.000 personas recibió el primer torneo de combate medieval
Durante el fin de semana, más de 30.000 personas pasaron por el Hipódromo de San Isidro para visitar la feria artesanal con productos de época, música típica, juegos, presentaciones teatrales, luchas de caballeros y gente vestida especialmente para la el primer torneo internacional de combate medieval en San Isidro, una disciplina que hace poco fue reconocida como deporte y que reproduce un enfrentamiento de esa época.
Se trata de una cancha donde están los luchadores y un "árbitro", llamado Marshall. Adentro, los jugadores se atacan con armas pesadas como hachas o espadas y se defienden con armaduras y escudos. El jugador que toca el piso con un tercer punto de apoyo queda fuera de juego y gana el equipo con el último integrante en pie. No hay límite de tiempo sino que vence quien derriba primero a sus contrincantes.
Con este escenario se encontraron los visitantes que entraron al salón Tattersall del Hipódromo el sábado y domingo. Alrededor de la arena, las gradas explotaban de gente de todas las edades, en su mayoría familias. "Las personas lo disfrutan mucho porque es un buen espacio para el turismo, la recreación, la cultura y el deporte", sostuvo el presidente del Concejo Deliberante, Dr. Carlos Castellano.
Argentina fue elegida por primera vez como una de las tres sedes -además de Estados Unidos y Francia- del torneo internacional de Batalla Medieval Histórica. La convocatoria tuvo una gran respuesta: durante las dos jornadas recibió a más de 150 luchadores de Argentina, Brasil, Chile y Rusia.
Valy Wainer, que ofició de Marshall, aclaró: "Hay mucha seguridad, hay normas y reglas, las armas no tienen filo, los cantos son gruesos, nada corta ni tiene punta. Hay muy pocas partes del cuerpo descubiertas".
Valy también explicó que las armaduras, que son de hierro y acero, deben ser completas (de pies a cabeza) y auténticas (cumplir con requisitos certificados por un comité histórico); que cada uno elige la suya y la fabrica en talleres que hay en los clubes; y que aunque la regla general es que los golpes pueden dirigirse a cualquier parte del cuerpo está restringido pegar en la nuca, atrás de la rodilla o en las articulaciones.
Sebastián Tagliapietra se acercó con su hijo Baltasar, que llevaba una espada y un escudo y miraba con ojos de asombro a los luchadores que veía pasar: "Es la tercera vez que venimos a un evento como éste, una vez que probás no podés parar de seguirlo. Es una pasión, hay mucho estudio atrás de cada detalle para ver qué elemento se usaba en cada época, cómo puede reconstruirse. Aparte está la propuesta gastronómica y la feria y todo se complementa".
Además, el evento tuvo un fin solidario: se recibieron más de 3.000 litros de leche que el movimiento scout repartirá entre comedores de la zona.
Después de llevar su donación, Juan Pablo Passini, que fue con sus tres hijos, contó: "Vivimos cerca, vimos los carteles en la calle y pensamos que era un buen programa para pasear un rato y ver algo que normalmente no se ve. No conocíamos nada de todo este mundo y nos pareció muy divertido". A su lado, de la mano de su papá Juana Passini, de 10 años, agregó entusiasmada: "Hay cosas raras que no vi antes, es como viajar en el tiempo. Es muy divertido, la estamos pasando re bien, espero que se vuelva a hacer porque está muy bueno".
Con ella coincidió Francisco Blanco, de 20 años, que se acercó desde Vicente López con amigos: "Es una experiencia nueva, es como estar metido en una película como El Señor de los Anillos, que a mí me encanta. Siempre tuve ganas de venir a un evento así pero nunca me animé, esta es la primera vez y me sorprende que haya tanta gente".