En la noche del martes 4 de Mayo el escritor Tomás Hudson brindó ante una sala colmada y atenta una conferencia en la Quinta Los Ombúes, sede del Museo, Biblioteca y Archivo Histórico Municipal "Dr. Horacio Beccar Varela" [Adrián Beccar Varela 774, San Isidro], sobre la familia Balcarce y sus incidencias en la historia argentina.
Luego de las palabras de bienvenida por parte de la directora Marcela Fugardo, Hudson agradeció la presencia de dos de los descendientes de la familia a la que haría referencia, Pablo y Leonardo Balcarce.
"Detrás de todo personaje de peso que uno se ponga a estudiar, siempre está el Gral. San Martín -señaló Hudson-, y en el caso de Antonio González Balcarce eso también ocurre".
Cuando San Martín proyecta el cruce de los Andes como paso inevitable para la libertad de América, se rodea de importantes hombres como Las Heras, Guido, Fray Luis Beltrán, O'Higgins, Soler, Alvarado, Zapiola, Necochea y el propio Balcarce, "una de las figuras más importantes de nuestra historia".
El fundador de la familia Balcarce, fue el padre de Antonio, el catalán Francisco González Balcarce y habia nacido en 1745 y fue el fundador además del Regimiento de Blandengues (término que refiere a que sus integrantes "blandían" sus armas, la lanza, carabinas, facones y sables), la primera formación militar uniformada.
Fueron los blandengues los que acompañaron al primer virrey criollo, Vértiz, en la captura de Colonia de Sacramento en manos de los portugueses, y los que tuvieron muchas acciones contra los malones que acosaban los pueblos de la campaña.
Yendo a la historia de Antonio González Balcarce, Tomás Hudson, mencionó al detalle un sinnúmero de aspectos comunes con el Gral. José de San Martín, con quien se unió en profunda amistad.
Ambos eran hijos de militares (de Francisco González Balcarce y de Juan de San Martín, respectivamente), San Martín había nacido en 1778 y Balcarce en 1774, ambos llegaron a teniente en 1795, a capitan en 1804 y en 1801, San Martín se casó en 1812 y Balcarce en 1807. San Martín luchó en el norte de África y en España, mientras que Balcarce luchó junto a 3 de sus hermanos en el sitio de Montevideo y luego son enviados a Londres como prisioneros. Es ahí donde les ofrecen luchar a favor de Inglaterra contra Francia. Aceptan y son enviados a España para combatir las fuerzas de Napoleón.
Enterados de los movimientos libertarios en el Río de la Plata González Balcarce regresa -con la autorización de sus jefes británicos- a Buenos Aires en 1810, mientras que San Martín -con quien se conoció luchando contra el mismo enemigo- lo hace en 1812. Es ya en estas tierras que Balcarce es nombrado gobernador y luego Director Supremo, al tiempo que SanMartín en Mendoza organiza su ejército libertador.
La lucha contra los realistas en la derrota Cancha Rayada y la victoria de Maipú, encuentra a estos dos hombres codo a codo, entregado lo mejor de sí para sus más altos objetivos. Es después de Maipú que Balcarce es literalmente el designado jefe al mando del Ejército de los Andes, cuando San Martín regresa a Buenos Aires.
Posteriormente, Balcarce siguió en las campañas al sur de Chile, pero su debilitada salud lo llevaría poco después a la muerte a la temprana edad de 45 años, siendo sepultado en la Iglesia de Santo Domingo.
De los Balcarce la sola enumeración de su participación en batallas y funciones de relieve institucional, da una idea del valioso lugar ocupado por los integrantes de la familia: Cinco sirvieron como blandengues, cinco participaron en las invasiones inglesas, tres lucharon contra Napoleón, dos lucharon en las campañas del norte, cuatro en el Alto Perú, dos en el Ejército de los Andes, tres ocuparon cargos en el gobierno, tres llegaron al rango de general y tres murieron en batalla. Todos ellos tuvieron un valioso sentido del deber, de misión, de humanidad, honestidad y justicia, amor a la Patria.
Juan Ramón, Marcos, Francisco, Lucas, José Patricio, Diego, Mariano, son algunos de los integrantes de esta insigne familia enraizada en los destinos de nuestro país y sus desafíos por la libertad.
Seguido con gran atención, Tomás Hudson fue relatando situaciones, mencionando anécdotas y dichos que dejaron la clara idea de la trascendencia que los Balcarce desde finales del siglo XVIII.
