Desde hace varios años el ataque cerebral -también llamado ictus, stroke, ACV- es la segunda causa de muerte y la primera de incapacidad en el mundo. En la Argentina se produce 1 cada 4 minutos y alrededor de 14.000 personas mueren anualmente como consecuencia de un Accidente Cerebro Vascular (ACV), según datos del Ministerio de Salud de la Nación.
El ACV es una afección causada por la pérdida de flujo sanguíneo cerebral (isquémico) o por el sangrado (hemorrágico) dentro de la cabeza y cualquiera de las dos situaciones pueden provocar que las neuronas se debiliten o mueran ya que, sin oxígeno, las células nerviosas no pueden funcionar.
Las partes del cuerpo controladas por las regiones del cerebro afectadas dejan de funcionar y los efectos de un ACV suelen ser permanentes. Eso es debido a que las células cerebrales muertas no se pueden reemplazar. Por medio del reconocimiento temprano de los signos de un ataque cerebral y la búsqueda inmediata de atención médica, se pueden reducir las posibilidades de muerte y discapacidad.
La detección temprana de los síntomas del ataque cerebral es fundamental para que mediante la rápida acción profesional (entre 3 y 4 horas y media) se pueda lograr una superación del episodio o, al menos, reducir sus consecuencias en la calidad de vida del paciente.
El ataque cerebral puede ser silente (que no tiene síntomas visibles o fueron desestimados por el paciente) o tener manifestaciones claras y detectables.
Si bien con la edad aumentan las posibilidades de padecer un ataque cerebral, en lo referente al sexo se determinan incidencias que pueden evitarse: el consumo de anticonceptivos en las mujeres de menos de 40 años para evitar un embarazo y recetados a las mujeres menopáusicas para reducir síntomas propios de ese período natural, provoca una alteración hormonal que agrede a las arterias favoreciendo la formación de trombosis cerebral, hecho determinado desde hace 35 años. Si a ese factor se le suma el consumo de tabaco y alcohol, el resultado es que la mujer está en peor condición que antes.
El 6% de las jubilaciones por discapacidad en la Argentina (según datos oficiales del año 2005) se otorgan a personas aún jóvenes que han sufrido las consecuencias de la hipertensión, aunque el problema real es anterior a ella. No obstante, el 30% de los casos de ACV no tienen causas conocidas.
Entre las advertencias profesionales está evitar la automedicación, el tabaquismo, la hipertensión arterial, la diabetes, la obesidad, las cardiopatías (con la enfermedad de Chagas-Mazza en primer término y alcoholismo), el consumo de carnes rojas, etc.
No obstante, los factores genéticos, el medio ambiente y el sexo son también parte de los componentes que los profesionales de la salud deben tener en cuenta en el abordaje de esta afección.
La Sociedad Neurológica Argentina, alineada con las principales instituciones de neurología del mundo, utiliza cada 29 de Octubre para estimular la divulgación de los factores de riesgo y la necesidad de un cambio actitudinal sobre la calidad de vida que llevan adelante las personas, como método eficaz contra el ataque cerebral.
Cuando se produce un ataque cerebral o accidente cerebro vascular las neuronas se debilitan o mueren, ya que sin oxígeno las células nerviosas no pueden funcionar. Las partes del cuerpo controladas por las regiones del cerebro afectadas, consecuentemente, también dejarán de funcionar.
Los efectos de un ataque cerebral son a menudo permanentes, ya que las células cerebrales muertas no se pueden reemplazar.
Afortunadamente, por medio del reconocimiento temprano de los signos de un ataque cerebral y la búsqueda inmediata de atención médica se pueden reducir considerablemente las posibilidades de muerte y discapacidad.
Para tener en cuenta: Factores de riesgo
Hipertensión arterial. Principal factor de riesgo que se incrementa con la edad por la rigidez de la pared arterial. Enfermedades cardiacas. Enfermedades de arterias coronarias, arritmias y enfermedad valvular del corazón, pero con mucho. La fibrilación auricular es el principal factor de riesgo. Diabetes. Colesterol elevado. es bien conocido como factor de riesgo de enfermedad coronaria quizás no tanto de ACV pero se demostró una reducción del 29% del riesgo de ACV en pacientes tratados con medicamentos que disminuyen el colesterol. Tabaco. Evitar fumar en forma activa o pasiva (El 10% de los ACV se relacionan con el tabaquismo). Sobrepeso. Sedentarismo. La falta de actividad física predispone a una enfermedad vascular, de hecho, el 33% de los ACV ocurren en sedentarios, por eso resulta fundamental realizar actividad física en forma regular. Estrés. Consumo de alcohol o drogas. Anticonceptivos orales.