Los profesionales de la salud conocen los daños que produce el consumo de marihuana en una persona. A pesar de ello sigue habiendo quienes dicen que no hace mal y que hasta es menos tóxica que el tabaco. FALSO.
Cuando periodistas, funcionarios y legisladores relativizan los efectos en la salud (individual y social) están siendo cómplices de un negocio siniestro que todo lo corrompe, todo lo somete.
El tabaco, el alcohol, la marihuana, la cocaína, las drogas sintéticas, son tóxicos, algunos socialmente tolerados, pero todos con capacidad de daño.
EFECTOS DE LA MARIHUANA
Este neurotóxico provoca efectos concretos en la percepción de la realidad y reducción en los reflejos que pueden ser responsables de incidentes viales con consecuencias mortales.
El principio activo de la marihuana es el tetrahidro-cannabinol (THC) que en la década del ’60 estaba en una proporción mucho menor que en la actualidad en los cigarrillos.
Es decir, hoy la droga es mucho más dañina y ataca severamente los circuitos neuroquímicos cerebrales.
La marihuana (el THC) se asocia a la grasa humana y esto sucede por que es una droga liposoluble. Sólo se disuelve en la grasa y al cuerpo le cuesta mucho deshacerse de ella. Esto hace que la vida media en el organismo, dure más que otras drogas que son hidrosolubles.
El sistema nervioso, los ovarios, los testículos, el cerebro, los glóbulos blancos, son sede de tejidos grasos y es ahí donde se deposita el THC para hacer su daño: dificultades para aprender, problemas de fertilidad, abortos espontáneos, infecciones, etc.
Además, fumar marihuana cuadruplica la posibilidad de tener un ataque al corazón en la primera hora de haber fumado y aumentan los problemas respiratorios y la incidencia de cáncer (el humo de la marihuana contiene entre 50 y 70 por ciento más hidrocarburos carcinógenos que el humo del tabaco).
Como si todo esto fuera poco, el consumo de marihuana potencia la aparición de cuadros psicóticos y de demencia.
La marihuana modifica la conducta del individuo y es difícil prever cómo va a reaccionar un individuo. Se ve lo que pasa en el momento, pero crónicamente va deteriorando todas las funciones cerebrales.
Los mensajes de los medios
Todos ven cómo la publicidad promueve la idea de que un encuentro social es "divertido" o se disfruta realmente si tiene alcohol y lo tiene en abundancia. Una perversión que, con intención o sin ella, es funcional al deterioro de la sociedad, en especial de los chicos y jóvenes.
Se consume alcohol desde temprana edad y son muchos los jóvenes que cada fin de semana (por lo menos) terminan borrachos. Una rutina destructiva que muchas veces le abre la puerta al consumo de otras sustancias.
Entre bromas, muchas veces, los programas de televisión y radio, alientan irresponsablemente la idea de que divertirse es consumir alcohol. Y, como es sabido, los límites, el autocontrol, se ven debilitados para dar paso a peleas, conducción de vehículos, sexo ocasional y promiscuidad.
En aras de la facturación, los medios de comunicación no se atreven a decir que no a una pauta importante de una empresa de productos alcohólicos. Amparados en que no es su responsabilidad lo que hacen niños y jóvenes con el alcohol, son capaces de aceptar cualquier forma solapada o abierta de promoción del consumo.
Los medios no son los que deben educar o formar a los niños y jóvenes, pero sin dudas naturalizan lo que hace daño en tiempos de adultos ausentes.