Extrapolando a toda la Argentina los valores de incidencia descriptos en un importante estudio local realizado en la ciudad de General Roca (publicado en el British Medical Journal), se estima que se producen cada año en la Argentina más de 150.000 casos de neumonía en personas mayores de 18 años.
El trabajo mostró una mortalidad del 19% en los mayores de 65 años (a los 14 días de internarse), cifra que alcanza al 38% al cabo de un año del diagnóstico.
Fuera de aquella estimación, el último Informe de Estadísticas Vitales, publicado por la Dirección de Estadística e Información de Salud de la cartera de Salud, reportó que en 2018 murieron 31.916 personas por neumonía e influenza, de las cuales 13.246 fueron mayores de 85 años, lo que representa el 41,05% de los fallecimientos y constituye la segunda causa de muerte en esa franja etaria.
De las casi 32.000 personas fallecidas por neumonía e influenza en 2018, 5.325 tenían entre 80 y 84 años; 3.891 entre 75 y 79; 2.954 entre 70 y 74, y el número sigue bajando progresivamente a medida que desciende la edad.
No obstante, de las 242 muertes de niñas y niños (de 0 a 14) que se registraron en 2018, la mayor mortalidad por neumonía e influenza corresponde a las franjas de menores de 1 año y de 1 a 4 años (190 decesos), lo que representa el 78,5% de los casos.
La neumonía es una enfermedad respiratoria caracterizada por una infección en los pulmones. Si bien puede ser producida por virus y hongos, generalmente es causada por bacterias, entre las cuales la más común es el neumococo (Streptococcus pneumoniae).
Los síntomas más frecuentes son tos (con o sin expectoración), fiebre, escalofríos, dificultad para respirar y frecuencia cardíaca aumentada.
La neumonía por neumococo cuenta con dos vacunas para prevenir su aparición. Una de ellas, desde 2012, está en el calendario nacional gratuito y obligatorio para todos los menores de 2 años. Desde el 2017 se vacuna también a personas con factores de riesgo y mayores de 65 años.
Las coberturas de vacunación, sobre todo en adultos y adultos mayores, siguen siendo por debajo de lo óptimo.
"El COVID-19 causa enfermedad respiratoria, pero no es gripe. La gripe es la enfermedad causada por el virus influenza y se estima que tiene una tasa de mortalidad de 0,5%", explicó Omar Sued, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología.
El experto dijo que "siempre que aparece un virus nuevo se genera temor en la población porque no se sabe cómo va a evolucionar. Hasta el momento sabemos que la letalidad del llamado coronavirus es del 2%, principalmente en personas mayores y con enfermedades previas".
En ambos casos, el especialista advirtió que las medidas de prevención son las mismas: "Lavarse las manos, estornudar en el pliegue del brazo, utilizar alcohol en gel y dar las vacunas a quienes tienen la indicación son acciones eficientes para evitar nuevas infecciones por gripe".
Sued indicó además que hay otras acciones que dan la falsa sensación de seguridad, y entre ellas mencionó "usar barbijo, que está indicado sólo para quienes presentan síntomas, o la demanda de cerrar fronteras o hacer controles compulsivos, que son mecanismos que no son eficientes".
La gripe se caracteriza por el inicio súbito de fiebre, tos (generalmente seca), dolores musculares, articulares, de cabeza y garganta, intenso malestar y abundante secreción nasal.
La tos puede ser intensa y durar dos semanas o más, mientras que la fiebre y los demás síntomas suelen desaparecer en la mayoría de los casos en el plazo de una semana, sin necesidad de atención médica.
En personas con alto riesgo (niños de 6 meses a 5 años, mayores de 65 años, pacientes con enfermedades médicas crónicas y profesionales sanitarios) la gripe puede ser una enfermedad grave, e incluso mortal.
[Fuentes: Los Andes / Diario Panorama]