En nuestro país se calcula que mueren 40.000 personas a consecuencia del consumo de tabaco, una cifra que se traduce en alrededor de 100 personas por día.
Además de provocar EPOC y posibles partos prematuros, el consumo de tabaco favorece la aparición de cáncer en hígado, estómago, colon, páncreas, cuello uterino, laringe, boca, riñón vejiga, esófago, garganta y sangre, además de pulmón.
El tabaquismo es mucho mayor en los sectores más humildes.
El Dr. Agustín Ciapponi, médico especialista en clínica médica, en medicina familiar y coordinador del Centro Cochrane del Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria detalló en Enero de 2017:
“Primero, el tabaquismo se disemina rápido en las clases altas, que son las que están más abiertas a la innovación; y después se difunde al resto de la población (en un 2º y un 3º estadío). Luego, las clases altas dejan de fumar porque toman contacto con la cultura del cuidado de la salud. En un 4º y último estadío, el tabaquismo disminuye en las clases altas y se consolida en las bajas”.
"El tabaquismo potencia la inequidad de las sociedades"
EL CIGARRILLO EN NÚMEROS:
• Un 27% de la población mundial fuma.
• 1 billón de hombres y 250 millones de mujeres fuman diariamente.
• La edad promedio del consumidor de tabaco es 41 años.
• El 82% de los fumadores vive en países de bajos y medianos ingresos.
• El consumo de tabaco es la principal causa de muertes evitables, con un número estimado de 6 millones de muertes anuales en todo el mundo.
• Junto con los grupos de menores ingresos, los jóvenes (personas de entre 15 y 44 años) son los más afectados por la pandemia de tabaco.
• Las mujeres y los hombres de clase baja fuman 1 vez y media más que los hombres de clase alta.
• El 10,7% de los gastos familiares es lo que se destina a la compra de tabaco en los hogares de bajos ingresos.
Las muchas y serias consecuencias en la salud de los fumadores son afrontadas por la salud pública.
Un fumador promedio que consuma un paquete de cigarrillos diario gasta entre 2.500 y 3.500 pesos mensuales.
Si a las autoridades nacionales, provinciales o municipales les importara cuidar la salud de la población evitando el consumo de tabaco para que se reduzcan los casos de cáncer y los enormes gastos que deben afrontar por ello en la Salud Pública, es preciso:
• Emprender una campaña constante para dejar de fumar.
• Del mismo modo que se dan charlas de distintos temas de prevención, deberían iniciarse charlas periódicas que estimulen el deseo de abandonar el cigarrillo.
• Como una charla no alcanza para tomar conciencia y despertar la voluntad y dejar de fumar, las acciones deben ser variadas, creativas y sostenidas.
• Con la modalidad de talleres, emprender encuentros de 1 o 2 meses de duración, que se extiendan todo el año, ofrecidos en ámbitos accesibles (Hospitales y centros de atención primaria de la salud).
• La concientización del problema y de la forma de librarse de él es preciso encontrarla en folletería y cartelería que incluya datos duros que muevan a considerar el abandono del cigarrillo, además de informar sobre los cursos y otras acciones.
• Una campaña seria en este aspecto debe ser incluida en toda acción deportiva, cultural o social organizada, promovida o apoyada por el Estado.