Aunque se difunden con insistencia los consejos para el público en general en tiempos de altas temperaturas, los cuidados deben extremarse cuando se trata de bebés y niños.
Estas son las recomendaciones más importantes:
- Utilizar protectores solares nivel 60 hipoalergérnicos en bebés mayores a 6 meses y renovarlo cada 4 horas. Si se moja, debe renovarse luego.
- No exponer al sol y al calor a los niños con temperaturas mayores a 30º
- Evitar el sol entre las 10:00 y las 18:00.
- Protegerse del sol directo. Recordar que dentro de una carpa o debajo de un árbol se puede ver afectado por un golpe de calor.
- Usar ropas livianas de colores claros y gorro. Proteger la vista también.
- Verificar que los alimentos estén bien refrigerados y sean frescos. Evitar productos de orígen desconocido.
- Consumir abundante agua potable y fresca, evitar jugos sintéticos o preparados sin la higiene adecuada.
- Lavarse las manos con agua y jabón luego de utilizar el baño, en cada cambio de pañal del bebe.
- Lavar las frutas y verduras antes de consumirlas con agua segura.
- En los bebés pequeños con lactancia materna exclusiva se recomienda aumentar la frecuencia. No es necesario incorporar agua en su ingesta.
El golpe de calor se produce cuando la temperatura del cuerpo se eleva a más de 40ºC.
Los niños y las personas de más de 65 años, además de las personas en un bajo nivel social y quienes padecen enfermedades crónicas son la porción de la sociedad que más riesgos tiene en días de altas temperaturas.
La temperatura corporal habitual, de 36º o 37º C, está dada por el metabolismo interno y la temperatura del medio. Cuando se eleva 1º, se activan los receptores de calor a nivel cutáneo que mandan la información al hipotálamo, centro responsable de la coordinación del sistema endocrino y el encargado de la termorregulación. Este responde aumentando el flujo sanguíneo a la piel, lo cual causa el sudor. Si el aire circundante no está saturado de humedad, la sudoración se evapora y enfría el cuerpo.
Cuando el organismo no puede mantener esta termorregulación empiezan las alteraciones locales y luego sistémicas, que desembocan en un "estrés de calor", mala irrigación de los órganos, alteración inmunológica y de la barrera intestinal. Esto lleva al "golpe de calor". Es frecuente la aparición de taquicardia e hiperventilación (respiración agitada), y el descenso de la presión arterial. Si la enfermedad progresa empiezan a alterarse los órganos: el riñón, el hígado, el pulmón, el páncreas o el corazón.
Síntomas de alerta
Algunos de los síntomas que pueden delatar el golpe de calor son: el dolor de cabeza, la fatiga o debilidad generalizada, la sed intensa, las náuseas o los vómitos y los calambres musculares. Ante la duda, conviene tomar la temperatura de la persona. Si estuviese por arriba de los 40º C, hay que moverla a un ambiente frío, sacarle la ropa e iniciar el enfriamiento corporal con packs fríos en el cuello, axila. Se lo puede meter en una bañadera, darle bebidas frías y abundantes y trasladarlo rápidamente al hospital. Si la temperatura de la persona no superara los 40º, pero si tuviera cualquiera de los síntomas mencionados, debe trasladársela igual a un centro médico. Los antifebriles no han demostrado ningún beneficio para este problema.
Prevención
• Tomar agua durante todo el día, por lo menos 2 litros.
• Evitar las comidas pesadas; consumir alimentos frescos (frutas y verduras).
• No consumir bebidas alcohólicas ni infusiones calientes.
• Vestir ropa liviana y suelta, de materiales finos y sintéticos, y de colores claros que no absorban el calor.
• Evitar el ejercicio físico al sol entre las 11:00 y las 18:00.
• Protegerse del sol con un sombrero y con protectores solares.
• La Sociedad Argentina de Pediatría recomienda encender los acondicionadores de aire a una temperatura de 24º para mitigar los efectos del calor.
El significado de las alertas
Alerta Rojo: el riesgo es alto-extremo. Aumenta más del 60% la probabilidad de mortalidad diaria de la población en riesgo.
Alerta Naranja: el riesgo es moderado-alto (oscila entre el 30 y el 60%).
Alerta Amarilla: aumenta la temperatura y el riesgo de mortalidad es leve-moderado (entre 10% y 30%).
Alerta Verde: no hay riesgo.
Recomendaciones municipales en San Isidro
La secretaría de Salud Pública municipal suele recomendar para prevenir el golpe de calor y advierte sobre sus signos de alerta frente a las altas temperaturas.
– Alimentación fresca en sales y minerales (frutas y verduras).
– No exponerse largas horas al sol, sobre todo al mediodía.
– No realizar actividad física al mediodía, ya que es el horario en el que hay mayor radiación solar.
– Hidratarse (agua).
– Tomar sol hasta las 11 y después de las 16 con un protector solar factor 30 como mínimo.
– Usar ropa clara y liviana.
– Recurrir a ventiladores, acondicionadores de aire o paños fríos para mantener fresco el cuerpo. En el caso de los niños y bebes no hay problema en utilizar el aire acondicionado; la temperatura recomendable es entre 20 y 21 grados.
El sol sin cuidados ni protección es un enemigo de la salud
La radiación solar es responsable tanto de las quemaduras por la exposición prolongada, como de las lesiones de la piel por efecto acumulativo a lo largo de los años. Estos efectos nocivos cubren un amplio abanico, desde las antiestéticas arrugas por fotoenvejecimiento hasta las lesiones malignas, incluyendo el melanoma.
Las radiaciones solares que llegan a la tierra comprenden, además de la luz visible, los rayos ultravioletas (UV) y los infrarrojos. Si bien los ultravioletas son los de mayor poder energético y, por lo tanto, los más nocivos, la luz visible y los infrarrojos pueden acelerar los efectos dañinos de la luz ultravioleta sobre la piel y son los responsables de los síntomas del golpe de calor.
La luz visible, junto con los rayos ultravioletas (UV), al integrarse con la piel favorece la síntesis de vitamina D. Los UV son de tres tipos: A, B y C. Afortunadamente los C y parte de los B no llegan a la superficie terrestre gracias a la acción protectora del ozono atmosférico. Pero la mayoría de los A llega hasta la piel y produce un bronceado inmediato que, con los años, lleva al fotoenvejecimiento. Tanto los UVA como los UAVB provocan reacciones en todas las capas de la piel, estimulan la producción de nuevo pigmento, forman radicales libres, provocan muerte celular y, sobre todo, mutaciones en el ADN.
La piel se defiende
Investigaciones científicas realizadas en las últimas décadas demuestran que ante la agresión solar todos los componentes de la piel reaccionan defensivamente. La epidermis se torna más gruesa, los vasos de la dermis se dilatan, dando el color rojo tomate. Luego de tomar sol, se produce edema y supresión del sistema inmune local. También se forman radicales libres, que son moléculas capaces de iniciar reacciones químicas y causar deterioro celular.
El codiciado bronceado, lejos de ser un signo de salud, representa una respuesta de la piel ante la agresión de los rayos ultravioletas.
Todos los mecanismos de defensa disminuyen con la edad y con las exposiciones repetidas a las radiaciones solares. Cuando estos sistemas se tornan insuficientes por excesiva exposición o por carencia de protección adecuada, los signos del daño en la piel se hacen visibles.