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Mitos y realidades de la marihuana
   
El cannabis, es el producto de dos variedades del cáñamo, la cannabis indica y la cannabis sativa. El principio activo de estas plantas es el tetrahidrocannabinol (T.H.C.) cuya concentración varía según las partes de la planta y también de unas plantas a otras. El principal ingrediente activo en la marihuana es el THC-delta-9-tetrahydrocanabinol.

Los efectos tienen su máximo entre 30 minutos y 1 hora aunque puede durar unas dos o tres horas. Produce una sensación de euforia inicial y bienestar acompañada de un cierto grado de trastornos de la coordinación, sedación y abatimiento con relajación, pérdida de la capacidad de concentración, y somnolencia. Puede afectar la percepción visual y auditiva así como la apreciación subjetiva del tiempo -el tiempo pasa más lentamente-.  Pueden aparecer alteraciones momentáneas de la agudeza visual y de la discriminación de los colores.

El consumo de marihuana en Argentina subió alrededor del 3% en los últimos 7 años y la proporción de quien alguna vez ingirió alcohol aumentó del 21 % al 34 % entre la población de 12 a 17 años, según fuentes oficiales.

El informe del Sedronar del 2017 sobre Consumo de Sustancias Psicoactivas en la población de entre 12 y 65 años, precisa que el consumo de marihuana en la población general subió del 2,3% al 5,4% en los últimos siete años, un aumento que entre los adolescentes fue del 1,3 al 2,7%.

Asimismo, los jóvenes de 18 a 24 años son quienes manifiestan mayor propensión a consumir drogas -tres de cada diez-, mientras que el 10% las probaría si tuviese la oportunidad.

Entre la población de 12 a 17 años la proporción de quien alguna vez ingirió alcohol aumentó del 21% en 2010 al 34% este año.

El estudio puntualiza también que alrededor del 48% de los adolescentes y de los jóvenes bebió de forma abusiva en el último mes, el 39,6% declaró tener dos o más amigos o familiares que se alcoholizaban y el 25,1% señaló que tiene dos o más amigos que toman drogas.

Muchas personas piensan que el consumo de cannabis no tiene consecuencias negativas, pero sí las hay. Esas consecuencias van a depender básicamente de la edad en que se inicia el consumo, la frecuencia, la concentración en THC del cannabis, la predisposición de la persona, su personalidad y sus circunstancias, así como el consumo de otras drogas.

Los problemas no van a ser los mismos si se trata de un consumidor adolescente que empieza a hacer un uso frecuente (diario, casi diario o semanal) o si se trata de un adulto que hace un uso ocasional. En el primer caso, muy probablemente el consumo va a tener repercusiones sobre el desarrollo emocional del adolescente, sus estudios, sus relaciones, sus posibilidades laborales futuras; en el segundo caso, los problemas pueden ser menores (salvo que opere maquinarias o conduzca vehículos) pero los hay, ya que la droga realiza igualmente su "trabajo".

No existen dudas acerca de la influencia del cannabis por sí solo en facilitar la aparición de la esquizofrenia (entre otros estudios está uno de seguimiento de 50.000 jóvenes en Suecia durante 15 años y otro de 4.045 jóvenes holandeses durante tres años, que llegan a hablar de un aumento de un 30% y de un 50% de casos respectivamente debido al cannabis) y otros síntomas psicóticos, así como de empeorar la sintomatología y aumentar las recaídas en personas que ya sufren de estas enfermedades.

También sabemos que al consumir cannabis aumentan las posibilidades de sufrir depresión y ansiedad, no sólo mientras se consume sino también en la edad adulta cuando ya no se consume. El inicio más temprano y el mayor consumo aumentan las posibilidades de sufrir estos problemas. El cerebro y la personalidad están en plena evolución durante la adolescencia, el momento en que resulta más fácil encontrarse con esta droga.

El consumo de marihuana produce dificultades como la disminución en el procesamiento de la información, problemas de memoria y de concentración mientras se está consumiendo. Las dificultades de realización personal, la frustración y la marginación favorecen la adicción a las drogas.

Según informe del año 2002 de la Fundación Británica del Pulmón, el cannabis contiene muchos de los carcinógenos y mutágenos del tabaco y en mayor cantidad (un 50% más).

Tres o cuatro cigarrillos de cannabis al día se asocian a la misma evidencia de bronquitis aguda y crónica, y el mismo grado de daño a la membrana mucosa bronquial que veinte o más cigarrillos de tabaco al día.

La marihuana es barata, pero no gratis. El precio que se paga es altísimo ya que se inicia con ella un camino de adicción, de dependencia del que dan cuenta muchos hombres y mujeres internados en granjas de recuperación y entidades especializadas. Ellos saben todo lo que perdieron en el camino por el "porro". El consumo de marihuana es la puerta para el consumo de otras drogas y la mentira -demasiado extendida- de que no provoca adicción, que no hace daño es tan burda que no resiste ningún análisis.

Aquel que consume marihuana pierde definitivamente capacidad de concentración y de memoria, su coordinación motriz ya no es la misma.

La marihuana tiene propiedades psicoestimulantes, psicodepresoras y produce alucinaciones.

"El uso crónico genera pérdida de interés y del deseo, fatiga, alteraciones de humor, disminución de la capacidad de concentración y depresión del sistema inmunológico. Además, afecta la fertilidad y aumenta las probabilidades de sufrir cáncer, enfermedades pulmonares y psicosis. Muchos aseguran que el porro es menos dañino que el tabaco, y no es así. Su toxicidad es mayor porque se fuma distinto: se retiene más en las vías respiratorias y, en el proceso de fumado, desprende más monóxido de carbono que un cigarrillo", revelan desde el SEDRONAR. "El 38% de los que se iniciaron en el consumo con la marihuana dicen que es la droga que le produjo mayor daño."



Bob Marley, consumidor y promotor

Ya tendría 73 años de vida, si no hubiera muerto a consecuencia del cáncer a los 36 años quien naciera en Kingston (Jamaica) como Robert Nesta Marley.

Cuando nació, la Segunda Guerra Mundial estaba llegando a su fin. Pero en Jamaica la preocupación, sobre todo para los negros, era la exclusión, la pobreza y la represión.

Cedella Booker, su madre hija de africanos, tenía 19 años cuando lo trajo al mundo. El colono británico Norval Sinclair Marley, su padre, se hizo cargo del niño a medias porque tenía su familia constituida. Bob se crió con su abuelo O’Meriah Malcom, un hechicero, espiritista y brujo de Trenchtown, el gueto negro de Kingston, la capital jamaiquina.


La figura de Bob Marley está asociada íntimamente a su país, a su música y, entre otras cosas, a la marihuana -o Ganja- como "sacramento" de una creencia que une tradiciones africanas, esclavitud y una curiosa interpretación de textos bíblicos, de la que este hombre fue impulsor activo.

Actualmente se calcula en 700.000 los seguidores del "rastafarismo" y de la música reggae, con más o menos adhesión a los postulados que incitan a considerar al consumo de la marihuana como un camino de "elevación espiritual", de "liberación", de conexión con Jah el "dios" de la creencia Rastafari.

El mito de Bob Marley se fue gestando antes del 11 de Mayo de 1981, cuando murió afectado por el cáncer. Su imagen, a partir de allí, empezó a reproducirse en remeras y banderas como símbolo de una lucha desigual entre pobres y excluidos y el sistema que los puso en esa situación.

A los 17 años, y teniendo ya un hijo con Rita, su eterna mujer, fue a EE.UU. a probar suerte. Allí se dio cuenta de que tampoco encontraba su lugar. Juntó dinero, se compró una guitarra y regresó a Jamaica, decidido a combatir las injusticias con su música.

Marley cambió de algún modo la cultura musical y se convirtió en un músico admirado más allá de las estrofas. Transmitió su ideología por todo el globo y miles de seguidores adoptaron su manera de vivir.

Del mismo modo que su padre, los hijos de Bob Marley no solo consumen marihuana sino que además insisten en la necesidad de la legalización de su consumo. Esta adhesión también es sostenida por la mayoría de sus seguidores. Este hecho -que se da en todas partes del mundo, incluso en nuestro país- no colabora en nada con la dura estadística que señala que en el 2006 el consumo de drogas en Buenos Aires aumentó un 74% entre los jóvenes.


El dreadlock

Los dreadlock (dreads), es el pelo natural de los rastas que no se peina y no se corta, y al que muchas llaman "rastas" equivocadamente. Los jóvenes usan dreads para aproximarse a Rastafari y como protesta. No todo dreadlock es un rasta y no todo rasta es un dreadlock. Se lavan -a pesar de que no parece- con productos naturales. En general se llega a ellos cuando se tiene el pelo crespo y es fruto del enredo.

 
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