El monóxido de carbono no tiene olor ni color y, con la llegada del frío y el mal funcionamiento de estufas, calefones y cocinas, o el uso de calefacción con leña o carbón aumenta el riesgo de inhalar este un gas tóxico que puede causar la muerte.
De muy difícil percepción, el monóxido de carbono es invisible e inodoro y no causa irritaciones. Para evitar este riesgo, la secretaria de Salud Pública municipal recuerda las recomendaciones a tener en cuenta:
- Mantener ambientes ventilados y controlar el buen funcionamiento de las instalaciones y artefactos de calefacción.
- En los artefactos para calefaccionar a gas la llama debe ser azul.
- Los calefones no pueden instalarse en el baño.
- Un gasista matriculado es quien debe revisar la salida exterior de los calefones y de las estufas.
- Tener especial cuidado con los grupos electrógenos que funcionan con nafta o gasoil y con los braseros, ya que pueden producir monóxido de carbono.
- Evitar calefaccionar los ambientes con el horno u hornallas de la cocina y controlar que estén apagadas antes de dormir.
Cuando se produce la intoxicación, se debe actuar con rapidez, ya que la vida media en personas sanas que respiran aire contaminado por monóxido de carbono varía entre 3 a 4 horas.
Niños, ancianos y quienes padecen enfermedades cardíacas o pulmonares y fumadores conforman el grupo de mayor riesgo de intoxicación.
Los síntomas, a veces, son parecidos a una intoxicación alimentaria, un cuadro gripal, un problema neurológico o cardíaco. Hay que tener en cuenta que la inhalación de este gas venenoso puede confundirse con otra patología.
El principal riesgo radica en que la persona no suele ser consciente de los síntomas, que pueden ser los siguientes:
- Dolor de cabeza.
- Náuseas o vómitos.
- Mareos, acompañados de cansancio.
- Letargo o confusión.
- Desmayo o pérdida de conocimiento.
- Alteraciones visuales.
- Convulsiones.
- Estado de coma.