El glaucoma es una de las principales causas de ceguera en el mundo. Se trata de una lesión del nervio óptico, que va desde el ojo hasta el cerebro y funciona como canal de información de la parte visual.
La presión intraocular es la que ejercen los líquidos oculares contra una membrana del ojo para que este órgano se mantenga distendido. Cuando esa presión aumenta, lastima al nervio que nos permite ver.
La principal medida de prevención es controlar una vez por año la presión del ojo que para estar en parámetros normales de ser de entre 15 y 20 milímetros de mercurio. Si supera esos valores comienza el dolor y se produce la lesión del nervio óptico.
Es importante crear conciencia sobre de la importancia de controlarse periódicamente la vista, ya que un diagnóstico temprano puede evitar resultados no deseados.
Si bien la enfermedad se desarrolla mayoritariamente después de los 40 años, existen los glaucomas infantiles, en recién nacidos, niños y jóvenes.
No es necesario tener síntomas de dolor, picazón o ardor, ya que se trata de una enfermedad silenciosa. Muchas veces es una patología genética, hereditaria, por lo que aquellas personas que tuvieron familiares con glaucoma no deben dejar de realizarse controles periódicamente.
El proceso hasta llegar al glaucoma es lento y progresivo, por lo que la persona no suele darse cuenta. La pérdida de la visión comienza desde el costado hacia el centro del ojo.