Con la noticia de la canonización del cura José Gabriel del Rosario Brochero, muchas personas conocieron su tarea pastoral, sus esfuerzos y creatividad por la comunidad a la cual dedicó su vida.
Entre esos datos publicados, figura que el buen cura canonizado se contagió la lepra, por la que quedó sordo y ciego, al asistir a personas que padecían esa enfermedad que a muchos recuerda episodios como la milagrosa curación de 10 leprosos que relata el evangelio de San Lucas.
Los leprosos en aquellos años de vida pública de Jesús -y antes también- eran excluídos de la sociedad y no podían tener relación con nadie, mucho menos asistir al templo. Vivían marginados de todo y sin atención alguna, condenados al deterioro y la muerte.
Pero, ¿Qué es la lepra?
La lepra -descripta desde varios cientos de años antes de Cristo, en distintas culturras- es una enfermedad infecciosa producida por un microbio llamado Mycobacterium leprae. Afecta preferentemente a la piel y a los nervios periféricos, y en ocasiones a las mucosas y órganos internos.
Dependiendo del contexto psicológico y cultural del enfermo, la relación social, laboral y familiar del mismo puede verse afectada. Esto se debe al rechazo y al temor que la lepra siempre ha provocado. Antes se recluía a los enfermos en leprosarios pero, desde hace tiempo, esto no hace falta porque existen medicamentos muy eficaces que permiten que el tratamiento sea ambulatorio. Además hoy se conoce que la lepra es de difícil contagio.
El diagnóstico temprano permite:
- El tratamiento adecuado y la curación de la enfermedad
- Cortar la cadena de contagios
- Evitar las discapacidades que la enfermedad puede provocar
El área endémica de esta enfermedad en la Argentina está integrada por las provincias del noroeste, nordeste y centro del país: Chaco, Formosa, Corrientes, Misiones, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, Buenos Aires y la Capital Federal.
Epidemiológicamente son más importantes las provincias del nordeste, norte de Santa Fe y los conglomerados poblacionales del Gran Resistencia, Rosario y el Gran Buenos Aires. Además hay que tener presente que las migraciones internas condicionan la posibilidad de tener un enfermo de lepra en cualquier punto del país.
La lepra es un problema en la Argentina, ya que a pesar de la efectividad de la terapéutica, el problema continúa. Desde hace 10 años se detectan aproximadamente entre 300 y 400 CASOS NUEVOS DE LEPRA POR AÑO.
Actualmente existen 426 pacientes en tratamiento, de los cuales 269 fueron diagnosticados durante el año 2015. Esto no significa que actualmente no existan más enfermos de lepra en el país. Hay que considerar, lamentablemente, a las personas que actualmente están enfermas y no fueron todavía diagnosticadas.
Síntomas
En la piel aparecen manchas con disminución o pérdida de la sensibilidad, del vello y/o de la transpiración. Según la forma clínica pueden presentarse nódulos (lesiones tubérculo - nodulares llamadas lepromas) y engrosamiento de la piel (placas, infiltración) y/o nervios periféricos con dolor espontáneo o a la compresión.
Generalmente se produce un trastorno de la sensibilidad, que va desde un leve adormecimiento a una anestesia total. Así, poco a poco, por falta de cuidado y de un tratamiento oportuno, las heridas se infectan ocasionando un daño que, al cabo del tiempo, producen las discapacidades y deformidades que todos conocemos o imaginamos en relación a esta enfermedad. Se puede presentar una obstrucción nasal persistente, con o sin hemorragia nasal de causa no justificada. Además hormigueos en pies y manos.
TODA MANCHA CON ADORMECIMIENTO QUE PERSISTE EN EL TIEMPO, DEBE HACER PENSAR EN LEPRA.
Contagio
La lepra se contagia de persona a persona por un contacto directo y prolongado, calculado en aproximadamente de 3 a 5 años. Se produce entre un enfermo con posibilidad de transmitir la enfermedad (ya que no todos los que padecen lepra eliminan bacilos fuera de su organismo) y una persona sana susceptible. Es decir que debe mediar una predisposición especial para poder enfermar. La mayoría de las personas posee resistencia natural al Mycobacterium leprae.
Está científicamente demostrado que la lepra no es hereditaria. De una madre y/o padre enfermo nace un hijo sano. La mejor protección que se le debe dar al recién nacido es que el progenitor afectado realice y complete el tratamiento.
El enfermo de lepra puede y debe realizar una vida completamente normal, con todos sus derechos y deberes sociales y civiles. Puede casarse, deambular, trabajar... sin ningún tipo de restricción ni consideración especial. Lo único que debe hacer diferente, es realizar el tratamiento adecuado y completo y tomar todos los recaudos para prevenir las eventuales discapacidades.
Los más expuestos a la infección son los convivientes del enfermo de lepra, o sea los familiares directos.
La lepra tiene cura
Hecho el diagnóstico, preferentemente precoz, y realizando un tratamiento regular y completo (entre 6 meses a 1 año según la forma clínica del paciente en tratamiento), la lepra se cura.
La medicación que logra este fin es entregada en forma gratuita por el Programa Nacional de Lucha Contra la Lepra. Siempre se deben utilizar varios medicamentos a la vez, por lo que se denomina "tratamiento multidroga".
Por el momento no existe una vacuna eficaz contra la lepra. La aplicación generalizada de la BCG (vacuna contra la tuberculosis) es probablemente un factor contribuyente a la declinación de la incidencia de los casos de lepra en nuestro medio, pero no es recomendado repetir las dosis de BCG para impedir la lepra.
[Fuente: Sociedad Argentina de Dermatología]