A la felicidad no se la encuentra lejos de la verdad
Roberto Santomé es un hombre que nació en una familia disfuncional, en la que la violencia era frencuente, que pasó por adicciones, que fue violado cuando era niño, que fue transexual, que se prostituyó, y que después de muchos años pudo salir de ese estilo de vida y del vacío de la infelicidad.
En diálogo con Portal UNO, fueron apareciendo los detalles de una historia difícil, con una madre que era la gran proveedora de ingresos pero que se imponía sobre su padre y ejercía la violencia para con sus hijos.
Luego de la separación de sus padres, Roberto, con apenas 6 años fue violado por alguien que alquilaba una habitación de la casa y a los 11 años, ya hormonizado, se fue de su casa y estuvo rodeado de homosexuales que lo convirtieron en un travesti que se prostituía en la zona del puerto de El Callao, en Perú.
Llegarían luego el regreso a su casa, la imposición de trabajo de su madre en el comercio mayorista de mariscos (él vestido de mujer y entre hombres), sin recibir paga por ello. El ejercicio de la homosexualidad, con una pareja delincuente y una insatisfacción constante, lo empujaron a suponer que si se operaba "de cambio de sexo", todo sería mejor, pero no fue así. Se prostituyó y siguió viviendo en un espiral de infelicidad que no cesó hasta que, por casualidad, una mujer le habló de Dios. Fue la fe la que le abrió la puerta de salida de un estilo de vida que, finalmente, abandonó hace décadas, aunque parte de los problemas de salud por su reasignación lo acompañan hasta hoy.
Roberto Santomé preside una organización en su país que se llama ExLGTB Perú, con la que ayuda a que homosexuales, travestis, trans, abandonen su estilo de vida y abracen la fe en Cristo, que sí puede darles una existencia plena y feliz.
En el largo diálogo que mantuvimos el lunes 17 de Abril, Roberto no deja de mencionar que su historia no es tan excepcional, que los LGTB son personas que tienen orígenes en familias disfuncionales, con carencias, con violencia, con desamor. Es desde su organización que pueden hablarles de igual a igual, sabiendo qué se vive secretamente en la soledad, cómo hay un sinsentido constante en la ideología de género, un deseo de paz que nunca llega.
