Poderosos y unidos por los negocios del lobby LGBT
Existe una coalición de empresas de alto poder y sólidamente instaladas en muchos países, que buscan presionar por la implementación de normas que faciliten la “inclusión” y cualquier medida que ellas consideren políticas “anti-LGBT+”.
En su afán de conseguir más adherentes, Open for Business destaca que “las empresas exitosas y emprendedoras prosperan en sociedades diversas e inclusivas y la difusión de políticas anti-LGBT+.”
Algunas de esas empresas están dentro de las difíciles (aunque no imposible) de evitar, como Microsoft, Google (Youtube, Waze, Android), Meta (Facebook, Instagram, Messenger, WhatsApp) o Unilever (Savora, Skip, Suave, Vívere, Axe, Dove, Confort, Hellmans, Knorr, Lux, Rexona, Sedal, Ala, Cif, Drive, Impulse, Maizena, Ponds, Vasenol, CloseUp, Lipton) o Lego Group. Otras no tienen productos masivos, pero altamente influyentes (JPMorgan Chase, DLA Pipper, Cámara Internacional de Comercio).
Algunos de los productos o servicios que ofrecen estas corporaciones deberían evitarse si se quiere tener coherencia entre las convicciones y las acciones ciudadanas. No se trata de odiar a nadie -como les gusta señalar a los totalitarios del "género", sino de hacer lo que cada uno pueda para rechazar sus acciones que, sin dudas, buscan también generar nuevos integrantes (carne joven) para sus filas. Y pueden ser nuestros niños.
“En los últimos años, se ha vuelto cada vez más claro que existe el potencial para que las empresas usen palancas de influencia a nivel global para apoyar de manera proactiva la inclusión LGBT+ en todos los países en los que operan”, señala esta coalición en su sitio web.
“Muchas empresas entienden esto y están comenzando a actuar en consecuencia. Han expresado explícitamente su apoyo a las normas de conducta empresarial LGBTI de la ONU y se han unido a Open For Business para actuar colectivamente para promover sociedades inclusivas LGBT+ en algunos de los países más desafiantes del mundo.”
Estos poderosos lobbistas aconsejan a las empresas para que utilicen programas financieros y de inversión para “dejar claro que la inclusión LGBT+ es una prioridad para su negocio”, además de utilizar su acceso y sus relaciones con el sector público para plantear “la importancia económica y comercial de la inclusión LGBT+” y establecer lazos con las organizaciones afines de la sociedad civil. Literalmente, instruyen sobre cómo deben trabajar para servir al movimiento LGBT+.
En su afán de dar confianza a las empresas no se privan de publicar argumentaciones de organizaciones que promueven como un valor agregado, que potencia la innovación y el desarrollo, la abierta inclusión de miembros de la ola multicolor.
Así aparecen comentarios de WeAreOpen (Hungría), Bedayaa (Egipto/Sudán), Fundación Árabe para las Libertades (Líbano), Iniciativa para la Igualdad de Derechos (Nigeria), Fundación Mesahat (Egipto).
“Las personas trans están sufriendo la politización de sus derechos humanos básicos. Incluso en países que han logrado avances reales en muchos temas LGBT+, el discurso público está dominado por un pánico moral, alimentado por el alarmismo divisivo de políticos y medios conservadores”, dijo Jon Miller, fundador de Open For Business y socio de Brunswick Group, que también criticó las medidas de protección de los niños de las garras de la ideología de género que impulsó Ron DeSantis (gobernador de Florida, EE.UU.) y rechaza al pueblo húngaro y a Viktor Orban (primer ministro) que se opone al adoctrinamiento de género y la promoción del cambio “de sexo” en menores en escuelas y medios de comunicación.
“Todo esto va en contra de los principios que sustentan el éxito de los negocios, y el avance de las economías. Open For Business existe para fortalecer una voz empresarial colectiva en los países donde los derechos LGBT+ están amenazados”, dice Miller.
Independientemente de esta coalición, organizada, con muchísimos millones y presencia en EE.UU., Reino Unido, Bulgaria, Hungría, China, Corea, Japón, India, Taiwán, Filipinas, Brunei, Singapur, Kenia, Uganda, Sudáfrica, el Vaticano, Costa rica y Brasil, no se puede negar la pertinaz insistencia de las empresas en tratar de equiparar a los homosexuales (con todas sus aparentes “variantes”) con los hombres y mujeres sin comportamientos antinaturales en comerciales, películas y series y contenidos en los medios.
El rechazo a la naturalización del estilo de vida homosexual no implica odio a las personas, como se lo pretende presentar. La naturaleza se ha ocupado de darle sentido a cada parte del cuerpo humano y de enseñar que su cuidado, buen uso y protección es un acto de salud.
Como si fuera poco, los miembros del lobby LGBT+ -nucleado en Open For Business o en cualquier organización-, son mayoritariamente partidarios del aborto y de la eugenesia que implica la subrogación de vientres. Motivos más que trascendentes para entender que es un error no hacerles frente buscando la protección de los niños, jóvenes y familias de tan nocivos mensajes y planes.
Algunos de los productos o servicios que ofrecen estas corporaciones deberían evitarse si se quiere tener coherencia entre las convicciones y las acciones ciudadanas. No se trata de odiar a nadie -como les gusta señalar a los totalitarios del "género", sino de hacer lo que cada uno pueda para rechazar sus acciones que, sin dudas, buscan también generar nuevos integrantes (carne joven) para sus filas. Y pueden ser nuestros niños.
