Los de San Isidro retuvieron el título en la última jugada del tiempo suplementario; un drop de Benjamín Madero significó el 14-11 para vencer a Alumni.
La bocina anunciaba el final cuando Lucas Alcácer arrojó la pelota en el scrum. La última jugada del partido sería para el SIC. Los delanteros hicieron dos puntadas, el medio scrum se tomó su tiempo para dar el pase y, cuando se sintió cómodo, le lanzó la pelota a Benjamín Madero, que le pegó de sobrepique y no falló. La puntería del apertura, su capitán y estratego, desató la locura. Atrás quedaban 100 minutos interminables, de escaso volumen de juego, pero intensos y dramáticos. El oficio y la paciencia fueron las claves para que el conjunto sanisidrense conservara la corona del rugby bonaerense por segundo año consecutivo, el título 25 de su historia, al vencer en tiempo suplementario a Alumni por 14 a 11.
El epílogo del partido fue un duelo de yerros en los envíos a los postes, entre Santiago González Iglesias y Madero. El apertura de Tortuguitas falló cuatro intentos de drop y un penal, mientras que el N° 10 zanjero también erró dos drops. Ahí está la razón por la que Alumni volvió a perder una final, la cuarta (2004, 2006, 2007) desde que se juega este tipo de definiciones. Hizo todo, pero le faltó efectividad.
No fue un buen partido de rugby, aunque tuvo todos los condimentos para hacerlo histórico. Alumni fue claramente superior, borró de la cancha a su rival, pero no transformó el dominio en puntos. La presión del pack de Tortuguitas sobre los forwards del bicampeón fue permanente y así lo hizo retroceder. El SIC, desacostumbrado a jugar sin la pelota, se sintió incómodo y nunca encontró la forma de neutralizar las arremetidas de los rivales.
El primer tiempo fue un monólogo rojo y blanco. Alumni propuso, pero no tuvo la serenidad para resolver las situaciones que creó. Claro dominador de la pelota y el territorio, el conjunto de Tortuguitas sólo pudo vulnerar al campeón a los 16 minutos, gracias a la puntería de González Iglesias. Fueron los únicos puntos; 40 minutos olvidables. Las charlas en el entretiempo sacudieron la modorra de los jugadores del SIC, que salieron decididos a llevarse por delante a los de Tortuguitas.
El impulso provocó una infracción que Madero transformó en puntos. Cuando parecía que nada frenaría al SIC, Tobías Moyano pescó una pelota en una formación y corrió unos 70 metros para zambullirse, previa pared con Franco Sábato, en el in-goal rival.
La respuesta fue inmediata. El SIC recuperó la pelota en su terreno y avanzó con cambios de frente. En una ráfaga de juego asociado, Federico Serra se sacó de encima una marca y anotó el try que puso la paridad. Los aperturas sumaron tres puntos más y así se diluyeron los 80 minutos. Llegó el suplementario (con muerte súbita ) y nada cambió. Alumni proponía y el SIC aguantaba. González Iglesias desperdició un par de oportunidades, hasta que llegó el sonido de la chicharra.
El drop que definió el campeonato, que despertó la alegría de los de Boulogne y la tristeza de los jugadores de Alumni. Al final de cuentas, es un justo campeón. Tuvo oficio para no cometer infracciones incómodas y fue paciente para definir. La URBA mantiene a su rey, que quiere volver a la hegemonía que tuvo a principio de siglo (campeón en 2002, 2003 y 2004). Ayer, en La Plata, dio el primer paso.
